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El artículo de Lomana: La psicogenealogía nos invade
«El bipartidismo en Francia se ha hundido por corrupción e ineficacia».
«El bipartidismo en Francia se ha hundido por corrupción e ineficacia».
Vivimos en un lodazal de porquería irrespirable. Gentuza a la que suponíamos serios dirigentes de nuestra Comunidad de Madrid se lo han llevado con una chulería y desvergüenza que como mínimo deberíamos salir a la calle en formación de combate ante esta mafia que se lleva nuestro dinero público. Pero claro, no sabemos lo que seguirá pasando mañana en este bucle de corrupción que desalienta a cualquiera porque no es el pasado... creíamos haberlo visto todo, Bárcenas, las tarjetas Black, «El Bigotes», los ERE... No, es que estos asuntos son de ayer mismo... Mientras los ciudadanos vivimos perseguidos por la presión recaudatoria de la Hacienda Pública intentando amedrentarnos para recaudar el máximo posible, otros estaban robando. No habían aprendido nada, ni siquiera por precaución.
Gran negocio ha sido para algunos esto de la política. Familias enteras, llámense Pujol o González, trincando de forma soez y escandalosa. Y si alguien dentro del partido, alguien honrado y con ética, permite que salga a la luz le pueden llegar tortas por todos los lados al hacer lo que debe. Parece ser que según la opinión pública, los partidos y muchas de las personas que en ellos habitan son sinónimo de «mangancia institucionalizada». Qué quieren que les diga, yo no me resigno. Al final me planteo si sirve luchar por la honestidad. Y me sale urticaria cuando veo a Urdangarín y su mujer de felices vacaciones por Extremadura, muerto de risa, mientras hay personas papanatas sin dignidad que le piden hacerse un «selfie». Lo único que queremos todos es que nos devuelvan hasta el último céntimo de lo robado, no un desfile hacia la cárcel de esta «happy-panda» a los que para más tomadura de pelo tenemos que mantener.
Ayer estaba leyendo algo que parece que se está poniendo de moda: la psicogenealogía, una corriente que cree que la herencia familiar inconsciente, las palabras no dichas, los duelos no llorados, y los secretos familiares marcan nuestra vida de hoy. A veces decimos que tenemos mala suerte en el amor, o miedo a volar o al mar, incluso pánico a tener hijos. La explicación parece ser la herencia familiar y en esto del «mangui» también debe haber mucha hambre y necesidad en el pasado inconsciente que lleva a las personas en el momento que tienen un puesto de poder a llevárselo calentito para varias generaciones, no sea que luego vengan mal dadas. Y, puestos a hacerlo, que sea a buen recaudo con sociedades interpuestas que siempre terminan en bancos de Suiza o Luxemburgo.
Hace tiempo que había decidido no escribir más sobre política, pero es inevitable. Aquí tampoco parece que aprendan el ejemplo ajeno, pero lo ocurrido en Francia es un aviso. Ninguno de los dos candidatos a la segunda vuelta pertenece a las fuerzas dinastícas de la V República, socialistas y gaullistas que en su alternancia han gobernado Francia los últimos 60 años. Este bipartidismo se ha hundido por corrupción e ineficacia. Es tal el hartazgo, que la opinión pública puede buscar soluciones radicales sin preocuparse por la calidad de la democracia. Y precisamente por esto tenemos a Trump como presidente de Estados Unidos. Por cierto, ha decidido bajar los impuestos drásticamente de una forma que haga la vida mucho más relajada y feliz a los ciudadanos de EE UU... Y, ¿saben una cosa? Que me muero de envidia. Quizá ese personaje estrambótico que nos produce tanto recelo consiga hacer de su patria un paraíso en el que todos queramos refugiarnos. La bolsa en Wall Street va como una moto, con subidas imparables, mientras aquí nos sentimos esquilmados y avergonzados.
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