Rusia
La venganza de Ludmila Putin
Tras su divorcio, se rumoreó que había encontrado refugio en la religión, en un monasterio cercano a la frontera con Estonia. La verdad era bastante distinta: Ludmila Putina es ahora Ludmila Ocheretniya tras casarse con un hombre 21 años más joven que ella
Tras su divorcio, se rumoreó que había encontrado refugio en la religión, en un monasterio cercano a la frontera con Estonia. La verdad era bastante distinta: Ludmila Putina es ahora Ludmila Ocheretniya tras casarse con un hombre 21 años más joven que ella
Ludmila, la ex mujer de Putin y madre de sus dos hijas, separada del presidente ruso en 2013 tras 30 años de matrimonio, no se encerró en un monasterio de monjas tras su divorcio como se había especulado. El portal ruso «Sobesednik» ha descubierto recientemente, tras una investigación, que de hecho Ludmila se casó a comienzos de 2015 con un hombre 21 años más joven. Ella tiene 58 y Artur Ocheretniy, nombre del afortunado, 37. Es costumbre en Rusia que las esposas cambien su apellido por el del marido una vez que contraen matrimonio. La ex mujer de Putin recibió en febrero pasado su nuevo pasaporte, rebautizada como Ludmila Ocheretniya, tal y como consta en el registro del piso que tiene en propiedad en San Petersburgo. Ese apartamento, que Putin recibió cuando trabajaba para el Ayuntamiento de la capital zarista, le correspondió a Ludmila en el acuerdo de divorcio. El cambio de apellido de la titular en el catastro es el hilo del que ha tirado la investigación. Preguntado por la prensa, el portavoz del Kremlin rehusó comentar la información. Donde Ludmila no ha cambiado su apellido es en su perfil de Facebook, aunque, efectivamente, tiene entre sus contactos a su supuesto nuevo marido.
Artur Ocheretniy trabajó en la compañía «Art Show Centre», encargada de organizar fiestas para el gigante energético Gazprom y para Rusia Unida, el partido político de Putin. Actualmente dirige un centro de promoción del idioma y la cultura rusa, con el que Ludmila colabora desde hace años. De hecho, la única aparición pública de ella desde su divorcio fue en abril de 2014, en la ceremonia de premios literarios de una editorial dirigida por el centro de Ocheretnyi.
La ex primera dama es amante de los idiomas, licenciada en filología germánica. Habla con fluidez español, alemán y francés, lo que le ha permitido trabajar como azafata de vuelo en la aerolínea estatal rusa Aeroflot, un trabajo de prestigio en la URSS, pues permitía viajar al extranjero.
- Organizador de fiestas
A finales de 2014, a Putin le preguntaron en un programa de televisión si el país volvería a tener primera dama. «Primero tendré que casar de nuevo a Ludmila, después pensaré en mí», respondió. Unas palabras que se han recuperado estos días revisando la hemeroteca y que han despertado rumores sobre un próximo enlace del presidente. El líder ruso y su ex mujer se casaron en 1983 en San Petersburgo y su boda duró dos días. El primero estuvo dedicado a la celebración con familiares y amigos cercanos, en el restaurante Poplavok; y, el segundo, una fiesta con compañeros de Putin del KGB, en el más lustroso restaurante de Moscú. Ludmila recuerda en sus memorias que la ceremonia fue discreta, las familias no contribuyeron y la pareja tuvo que pagar de su bolsillo el vestido de la novia. La luna de miel fue también modesta: un viaje en carretera por la URSS, recorriendo Ucrania y Moldavia, con parada final en un balneario de Yalta, en la península de Crimea, que tanto le gusta a Putin.
El matrimonio se mudó inmediatamente a Dresde, en Alemania del Este, donde residió hasta el colapso de la Unión Soviética. Ludmila se dedicó allí a criar a sus dos hijas, Ekaterina y María. Según describió a su entorno en los años de Alemania, Putin, por entonces agente de los servicios secretos, era un marido «poco cariñoso» y que le hizo esperar durante horas ya en su primera cita, en la que acudieron a un espectáculo cómico. «Nuestras vidas están reguladas por un régimen marcial y, habitualmente, en una sola dirección», comentó. En el libro «De primera mano», del año 2000, Ludmila confesó: «Me parece que (Putin) no toma a las mujeres en serio, se comporta con ellas con cierto desprecio. No soy una feminista, pero creo que la mujer debe interpretar en el mundo un rol que merezca la pena». Como primera dama, Ludmila mantuvo siempre un perfil muy bajo, limitando sus apariciones públicas a la mínima expresión, si bien desapareció por completo en 2008, coincidiendo con los crecientes rumores de una relación entre su marido y una joven ex gimnasta. La pareja anunció públicamente su divorcio en 2013, en el teatro Bolshoi, durante la pausa de la retransmisión de un ballet en la televisión nacional. «Una decisión amistosa y de mutuo acuerdo», comentó ella. Mi actividad y mi trabajo tienen una gran exposición pública, explicó entonces Putin. «Hay personas a las que ésto les gusta, hay personas a las que no les gusta y hay otras que son totalmente incompatibles con ello», concluyó el presidente. Desde entonces y hasta que ha salido a la luz su matrimonio con Ocheretniy, la vida de la ex primera dama rusa era un secreto bien guardado. Paradójicamente, una de las versiones que cobró más fuerza fue que encontró consuelo en la religión y se recluyó voluntariamente en un monasterio de monjas cerca de la frontera con Estonia.
- Tema vetado en la tv rusa
La cadena de televisión NTV, una de las más vistas de Rusia, elaboró para su informativo de hora punta del martes un breve reportaje de tres minutos sobre la boda de la ex primera dama. Una información bastante aséptica, «basada en el cambio del apellido en el registro del piso de San Petersburgo a su nombre», según explica el reportero. El país, debido a su enorme tamaño, tiene hasta 11 husos horarios. El reportaje comenzó a emitirse en el «prime time» de las regiones más orientales, pero para cuando llegó a Siberia fue sustituido por una pieza sobre un suceso local en Moscú. El resultado fue que en la mitad occidental de Rusia, que concentra la mayoría de la población, incluida la capital, nunca llegó a emitirse. La cadena ha declinado dar explicaciones, lo que ha despertado rumores sobre un telefonazo del Kremlin, dado el conocido celo de Putin con su vida privada. Los medios rusos tienden a autocensurarse cuando se trata de la vida del presidente. Tienen presente el precedente del periódico «Moskovsky Korrespondent», primer medio de comunicación del país, que tras hacerse eco de los rumores de infidelidad de Putin cerró pocos días después por supuestos «problemas financieros».
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