Elecciones en Francia
Los niños del corazón de Macron
El presidente electo de Francia supo ganarse la aceptación de los tres hijos de su mujer, Sébastien, Laurence y Tiphaine Auzière, que son de su misma generación y a los que considera pilares fundamentales tanto en su relación personal como en la campaña presidencial
El presidente electo de Francia supo ganarse la aceptación de los tres hijos de su mujer, Sébastien, Laurence y Tiphaine Auzière, que son de su misma generación y a los que considera pilares fundamentales tanto en su relación personal como en la campaña presidencial
Decir que tu abuelo tiene 39 años y es el presidente de Francia no está al alcance de cualquiera. Sin embargo, esa es la realidad de los siete nietos de Emmanuel Macron, o como él mismo los llama, «mis niños del corazón». El pasado domingo, cuando miles de simpatizantes se concentraban en la explanada del Museo del Louvre en París para celebrar el triunfo electoral del joven presidente electo, todos ellos estaban allí, en el escenario cantando emocionados «La Marsellesa». Francia descubría de esta forma y por primera vez juntos a todos los miembros de la familia Macron. La pequeña Emma, hija de Laurence, la mediana de los hijos de la nueva primera dama de Francia, Brigitte Macron, era la protagonista de la noche colocándose en un sitio privilegiado entre sus dos abuelos. Justo detrás de Brigitte estaba Tiphaine, de 32 años, junto a su pareja Antoine, observando cómo los simpatizantes de En Marche! aclamaban a su victorioso líder. La instantánea del triunfo de Macron era el puro retrato de la familia que ha heredado de su mujer, fruto de la relación que la primera dama tuvo con el banquero André Auzière (66), con el que se casó en 1974 y padre de sus tres hijos, todos ellos de la quinta de Macron. Desde que entró en contacto con su «otra» familia, el joven presidente supo ganarse la aceptación y el respeto de los hijos de su esposa y los considera pilares fundamentales tanto en su relación personal como en los apoyos que le han brindado durante la campaña electoral.
Sébastien Auzière es el primogénito de aquel matrimonio anterior. A sus 41 años es mayor que su padrastro. Trabaja como ingeniero informático y, en su virtud de manejo de las nuevas tecnologías, se ha encargado de gestionar las redes sociales de la campaña presidencial. Sin embargo, es la menor de los tres, Tiphaine, de 32 años, la que se ha implicado de una forma más activa. La hemos visto en múltiples ocasiones acompañándole, ha organizado mítines, fundado filiales provinciales del partido, repartido octavillas y celebrado toda clase de actos para que su padrastro llegara al Elíseo. Una implicación que ha tenido que compaginar con su trabajo de abogada en un bufete de Boulogne-sur-Mer, a escasos diez kilómetros de Le Touquet, localidad playera del noroeste donde tiene su residencia habitual su madre y donde estaba hasta ahora empadronada la pareja presidencial.
Pero quizá la biografía más interesante y la menos conocida por su discreción y por haber estado más alejada de la campaña la tenga la hija mediana, Laurence, cardióloga de 39 años, por lo que representa para la pareja. Laurence es de la misma edad que Macron y, de hecho, coincidieron en clase en la escuela de Amiens donde su compañero de pupitre comenzó a enamorarse de su madre, profesora de francés. Una historia que describen a la perfección Caroline Derrien y Candice Nedelec en el libro «Les Macron» (Editorial Fayard). Antes incluso de que Brigitte fuera la maestra de Macron, su hija hablaba en casa del talento y la inteligencia «de un loco de mi clase que lo sabe absolutamente todo». Fueron las clases de teatro las que produjeron el encuentro entre profesora y alumno. «La escritura era lo que nos reunía cada viernes y lo que nos aproximaba el uno al otro. Empecé a sentir una gran influencia. Notaba que se me escapaba el asunto de las manos y a él igual», ha contado la propia Brigitte. Los padres de Macron incluso llegaron a pedirle que dejara de ver a su hijo, al menos hasta que cumpliera la mayoría de edad. Antes de abandonar su Amiens natal para irse a estudiar a París, Macron advirtió a su profesora: «Hagas lo que hagas, me acabaré casando contigo».
w apostar por el amor
Los años pasaron pero la obsesión de Macron por la profesora que dejó en Amiens no cambió. Y aquella promesa de adolescente, por inverosímil que pareciese, iba a convertirse en realidad. Tras un tiempo sin verse, ambos se reencontraron. Brigitte ya estaba divorciada y él ya era mayor de edad, con lo cual decidieron apostar por su amor. En 2007 se casaron en el Ayuntamiento de Touquet, en presencia de los tres hijos de Brigitte, y desde entonces no se han separado un instante. En aquel momento de la boda, Macron, que estaba a punto de cumplir 30 años, tomó la palabra y se dirigió a Sebastián, Laurence y Tiphaine: «Quiero agradecer en particular este momento a los tres hijos de Brigitte porque si para alguien esta historia podía no haber sido sencilla es para ellos». Ellos encajaron perfectamente desde casi el principio que su padrastro era alguien «fuera de lo común». Así lo contó la propia Brigitte en una entrevista en «Paris Match»: «Al final el amor lo arrasó todo y terminé divorciándome de mi marido. No pude evitarlo. Mis padres no se lo tomaron muy bien, pero para mí no era un problema la diferencia de edad. Lo más importante eran mis hijos, que lo aceptaron sin problema. El resto es escoria». Una entrevista de la que luego se arrepintieron. «Mi pareja ha cometido un error», decía Macron sobre las sinceras palabras de la nueva primera dama de Francia.
Macron tiene en total siete nietos. Unos días antes del cierre de campaña, el padre de su rival, el histórico líder de la ultraderecha francesa, Jean Marie Le Pen, le acusaba de hablar de las futuras generaciones «pero no tiene hijos». A esto, Macron respondió: «Señor Le Pen, tengo hijos y nietos de corazón». Una frase que se convirtió en una especie de lema en el esprint final de campaña y que resume lo que el nuevo presidente de Francia siente por la familia que ha heredado.
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