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María Teresa Campos y Bigote, separados por la gripe
A la presentadora, a la que el hospital le dio ayer el alta, le han recomendado evitar contagiarse de su novio, que está en cama
A la presentadora, a la que el hospital le dio ayer el alta, le han recomendado evitar contagiarse de su novio, que está en cama.
Para chuparse los dedos. El jamón de cualquier origen tiene bula real para comerse con los dedos y hasta chupetearlos. Fue licencia atípica otorgada por Alfonso XII, castizo y cachondo de pro, cuando los monarcas podían permitírselo, que otorgó premio igual al pollo frito que tanto comía en sus escapadas nocturnas con el duque de Sesto, marqués de Alcañices. Sin cubiertos de por medio resulta mas estimulante, y acaso doblemente apetitoso. Nada como saltarse las reglas para saborear lo que la gran Olga Guillot exaltó como «lo prohibido», uno de sus boleros eternos. También lo es el «pata negra», ensalzado por octavo año por una peña así denominada, dispuesta a glorificar la chacinería salmantina. Y siempre lo hacen en sitio tan típico como el Café de Chinitas, en lo que fue la Morería madrileña, y de ahí viene el nombre ciudadano de Majarit. Es el único gran tablado que resiste en Madrid, aunque el turismo internacional ya no está para palmeros y olés que ellos, ignorantes del ritual, siempre lanzan a destiempo.
Lo mismo ocurre en los toros, ya en vísperas. Inaugura Maxi García, montando el l0 de marzo la ya la histórica corrida de Illescas, con cartelón de lo mas postinero formado por Pepín Liria, El Juli y José Mari Manzanares. También es acontecimiento social, otra inauguración hasta con mantillas blancas, propias de toros porque las negras significan luto. Buena apertura de una temporada que dura hasta mediado octubre, para la Pilarica zaragozana. Aperitivo apetecible que augura capotazos y lances únicos por tres de los grandes de nuestra Fiesta Nacional.
Pero es de cerdos –con perdón–, lo que toca tras esas patas negras nada simbólicas en perniles de siete kilos, que conviene iniciar con la pezuña o babilla hacia abajo y, ya rematado ese lado, darle la vuelta para seguir cortando de la maza el hueso mas sobresaliente.
Así indicaba consumirlo el sapientísimo Rafa Ansón, presidente de la Academia Española de Gastronomía, ante la añorada y señorial Ana Samboal, junto a Loles León, con doce kilos menos, que empezará marzo recuperando a Lorca en una especie de monólogo. Coincidirá con su impacto televisivo en «La que se avecina», donde se come al resto de reparto. Es el personaje de su vida, con buena dosis de gracia y casticismo no exentos de dramatismo. Tiene fibra, calidad y variedad. Hacer a Lorca supone reto, desafío... El más difícil todavía. Está con el entusiasmo de cuando treinta años atrás la conocí en «Barcelona de noche», donde reinó bastantes temporadas. Nos conocíamos de la Barceloneta en que vivíamos –hoy irreconocible tras el 92– porque en la lechería de su hermana se abastecía mamá, pobre mamá. Invitó a Esther Pedraza y a Manolo Molés, indicando conservar el pata negra en sitio fresco y seco si no va a ser de consumo rápido. Moviendo su blanquísima cabeza tomaba nota Paolo Vasile, a quien temían jalear. En albura capilar competía con Luis del Olmo, otro de los gloriosamente «pateados» en un grupo con Luis Asas, David Mora y ese Pepe Ribagorda que salpica de buenas recetas sus apariciones televisivas. Sirven de buen contrapunto a la no siempre agradable actualidad.
De agradecer este añadido de Ribagorda, que llevaba chaqueta de recia pana con raya ancha junto al campeonísimo Carlos Sainz y la irreconocible Rosa López, delgadísima con revelador y comprometido traje rojo. Hecha un figurón recordó que canta desde los ll años. Hoy nada se parece a la rellena eurovisiva de años atrás que admiraba la cada día más rubia Toñi Moreno, siempre cálida. Ante ella siempre surge la evocación o advocación de María Teresa Campos, que supera nuevo percance de salud. Lleva mala racha y ahora un «tirante» la llevó nuevamente al quirófano por una obstrucción intestinal superada en veinticuatro horas al eliminar gases. «Es consecuencia de cuando en el 81 me quitaron la vesícula. Estaba recién llegada a Madrid y quedó esa secuela que durante cuarenta años no dio la lata», me cuenta ella.
Y como las desgracias no vienen solas, Bigote Arrocet también esta encamado con la gripe. Les recomiendan estar separados. «No vaya a contagiarme», añade la presentadora. «Una lata. Porque cuando la pillo me dura semanas», dice él.
Y como hubo de todo, La Chunga, genio y mucha figura, comió de todo y mucho, desde los huevos rotos a carne asada, medallones de merluza, garbanzos guisados y tres tipos de ensalada, vaya saque, con la Peña IV Poder en Casa Lucio. Explayó su indignación «porque al llevar a tasar en una subasta diversos recuerdos, me cobraron 350 euros sin habérmelo advertido. Y, para colmo, tasaban muy a la baja», se desahogó tenedor en ristre.
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