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Paloma Gómez Borrero: «Con el pelo soy igual que la Reina Sofía, como me queda bien no lo cambio»

Paloma Gómez Borrero: «Con el pelo soy igual que la Reina Sofía, como me queda bien no lo cambio»
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Sabe más del Vaticano y de papas que ellos mismos. Durante muchos años nos ha contado cada paso y celebración que allí tiene lugar. Es una mujer con la que podrías pasarte horas hablando, porque tiene miles de anécdotas divertidas que contar, tanto de sus viajes con el Pontífice como de su vida en Italia. Le encanta leer, nunca deja un libro a medias y es muy coqueta; imposible que confiese su edad. Puedo dar fe de que está estupenda y con ganas de hacer muchas cosas.

–¿Cómo es tu estilo de vida?

–Duermo profundamente aunque cada vez menos, porque no puedo acostarme sin leer. Pero cuando me despierto, estoy divinamente.

Además de las pocas horas que paso en la cama intento aprovechar el tiempo de vuelo.

–¿Y qué sueles desayunar?

–Un café con leche y algo que pueda mojar en la leche, pero que no sean churros. Los asocio con José María Aznar. Antes de que fuera presidente, le pedí que me llevara a Roma unos congelados, porque los tenía que preparar en directo para un programa de televisión. Al final quedaron buenísimos y yo, muy bien.

–¿Tienes tendencia a engordar?

–De cintura para abajo sí, por eso salgo siempre sentada en la tele. Cuando engordo todo el mundo piensa que me he hecho un «lifting», y no, es que no se me notan las arrugas.

–Cuando lleváis ese ritmo desenfrenado con el Santo Padre, ¿coméis bien?

–No. Con Juan Pablo II visitamos 160 países, con Benedicto, veintitantos, y con el actual, sólo Río de Janeiro. El Papa Francisco come muy poco. Coincidí comiendo con él cerca de donde vive. Comió bastante poquito y se fue sin esperar al postre.

–¿Cuál de los tres se cuidaba más?

–Juan Pablo II, que incluso se iba a esquiar en invierno. Benedicto no ha hecho nunca deporte, creo, es un intelectual, y lo que le relaja es tocar el piano. Y Francisco tampoco; además, tiene problemas con los pies y los zapatos.

–Ahora no estás mucho con él, ¿por qué?

–Porque sigo en Madrid con el programa «Amigas y conocidas». Lo que sí he transmitido en directo han sido los grandes actos o ceremonias vaticanas. Además, estoy haciendo un recital con el barítono Luis Santana y el pianista que acompaña a Plácido Domingo sobre el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa. También he escrito el libro de Francisco contado a los niños y ahora estoy terminando una guía de Roma por el año santo del Papa.

–Nunca varías tu corte de pelo...

–Me pasa un poco como a la Reina Sofía: si encuentras que algo te sienta bien, mejor no cambiarlo.

–¿Cómo ves el panorama en España camino de las elecciones generales?

–Estoy muy preocupada. Creo que habrá gente con buenas intenciones, que serán difíciles de cumplir, y hay otra indeseable, con la que no quiere dialogar no se llega a ninguna parte, eso no hace más que destruir un país.

–¿Coincidiste una vez con Pablo Iglesias?

–Sí, estuvo muy cordial. Es un encantador de serpientes. Iba a su aire, en mangas de camisa, en un acto para el que yo le hubiera puesto más elegante. Eso sí, todo lo que llevaba era de marca. Casual, pero caro.

–¿Cómo ves la Comunidad de Madrid con Cristina Cifuentes?

–Me parece una persona estupenda. El día que vino al programa, fui a comer con un amigo y con otro señor, amigo suyo, que yo no conocía. Empezamos a hablar de Cifuentes y me sorprendió que sabía, incluso, desde cuándo tenía la chaqueta que había llevado al programa. Al fin le pregunté: «Pero, ¿cómo sabes tanto de ella?». Y me dijo: «Es que soy su marido».

–¿Cuál es tu secreto para estar siempre feliz?

–No hacer daño a nadie. Si todos tuviéramos el deseo de no hacer daño, seríamos más felices. Me da mucha pena el que te quiere meter el dedo en el ojo, porque al final el que perderá el ojo será él.

–¿Te defiendes cuando te meten el dedo en el ojo?

–Sí, y espero el mejor momento para hacerlo.

–¿Dónde te sientes tú misma?

–En Madrid. He vivido en muchos sitios, pero cuando veo la Puerta del Sol, aunque sea en una postal, me siento muy madrileña.

–¿Crees que todo lo que hace Francisco es acertado?

–Es el tipo de Papa que hoy se necesita, el mundo quiere alguien que le entienda, que le considere como muy suyo.