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Mario Vaquerizo: «La gente tendría que votar a los 40, yo voté cosas absurdas a los 18»

Un personaje en el más amplio sentido que no deja indiferente, ni lo pretende. «Arrogante», afirma, y en constante estado de «autorreafirmación». Pasa por todos los estados en tiempo récord. Los puntos flacos se vuelven fuertes. Sorprendente a sus 42, «cuando uno ya es viejo», dice.

Mario Vaquerizo
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No pasa desapercibido. Ni quiere. El tiempo justo. Concreto, pero se explaya a la hora de hablar. Antes casi de la primera palabra susurra al camarero «una cervecita». El tiempo acompaña, el calor o las ganas. Es Mario Vaquerizo, la disparidad hecha persona. Nos vemos en el Hotel Emperador, en el centro, un lugar mítico para su vida y la de Alaska, su mujer. Pasen y lean. No hay lugar a la indiferencia.

–¿Un elogio a la cerveza?

–Es la bebida perfecta. Mi única bebida alcohólica. Uno cuando ya es viejo y tiene 42 años, ya sabe lo que le sienta bien y quiero hacer las cosas que me sienten bien. ¡Pero soy más que una cerveza!

–¿Se va de vacaciones?

–Así como irme un mes a otra ciudad, no. Pero tampoco quiero. Vivo en mi ciudad favorita: Madrid. La forma de ser de Madrid es la forma de ser de Mario Vaquerizo.

–¿Y eso cómo es?

–Ecléctica, no es prejuiciosa, tiene mucho rollo y no pregunta a nadie de dónde viene.

–¿Qué hará con el tiempo libre?

–Ordenar la biblioteca y hacer todas esas cosas que no me ha dado tiempo durante el año. No me gustan las tiranías de las vacaciones. Pero llevo casi cuatro años sin descansar y hay que frenar.

–¿Le gusta viajar?

–Depende de con quién me compares. Ya he visto todo lo que quería ver. Habrá quien tenga más inquietudes... La gastronomía no me interesa nada, pero es sano viajar porque te abre la mente.

–¿Y creyente es?

–Creyente, creyente y creyente. No dogmático pero con una vena espiritual bastante pronunciada. Me he ido a Lourdes recientemente, me bañé y me purifiqué, y ahora estoy organizando viajar a Fátima. Pero yo no lo impongo, la imposición provoca rechazo. Yo a veces provoco rechazo por mi forma de hablar, por mi imagen... pero me da igual... no puedo pretender lo contrario.

–¡Pero si la gente se vuelve loca con usted!

–Váyase a todas las tontas de internet de los foros que me ponen a parir. Se dejan llevar por la envidia y la envidia es fea, es tiña y te pone amarillo y no queda bien más que en los canarios...

–Entonces...

–Yo tengo bien establecida mi base familiar y eso es lo que me importa. Soy muy seguro, muy arrogante y muy vehemente a veces. Vivo en constante estado de autorreafirmación. Miro para atrás y me siento orgulloso y miro al presente y también. ¿Futuro? Quién tiene, quién sabe.

–¿Cuánto tiempo lleva seguro de sí mismo?

–Desde los 25 o 26 años. Antes era un mar de dudas. Me daba miedo el qué dirán.

–¿Y ahora qué le da miedo?

–Los atentados, el fundamentalismo y la mala educación.

–¿A qué dedica el tiempo libre?

–Al gimnasio. Eso de tirarme por las montañas, nada.

–¿Madrugador?

–Sí, a las siete de la mañana en pie voy al gimnasio con mi entrenador. Hay que tener controlado el corazón.

–¿Y de excursión?

–Con una cesta de gazpacho y ensaladilla rusa. Cantimplora no, que me parece muy antiguo.

–¿Le preocupa estar delgado?

–A todos nos preocupa. También mi bienestar, tener trabajo, estar bien con mi mujer, no sólo el peso, pero como yo digo que estoy a dieta y que me opero... Pero hay que tener equilibrio.

–¿A dieta?

–¿Qué es la dieta? ¿Comer bien o no comer? Tengo una dieta equilibrada. Durante una etapa estaba tres días sin comer y luego me atiborraba. Eso era horrible. A mí me preocupa el peso porque me hace sentir más guapo.

–Hablemos de locura.

–¿Locura? Yo estoy loco cuando quiero. Tengo una vida muy ordenada. La gente cree que yo estoy siempre haciendo el loco, pero soy una persona muy hogareña. Luego también muy divertido. Que tengas una vida ordenada no significa que no sepas reírte de ti mismo.

–¿A qué es adicto?

–Al buen humor y a la buena educación. A hacer en cada momento lo que quieras.

–¿Qué no soporta?

–La intolerancia, el fundamentalismo, los prejuicios. Soy alérgico a lo políticamente correcto. Me repatea. Me encantaría que hubiera algo para acabar con ello. Hace mucho daño porque coacciona y es una dictadura y estoy en contra de todas las dictaduras.

–¿Era de los votos indecisos?

–No, no, no. Mi voto lo tenía clarísimo, pero no te lo voy a decir. La gente tendría que votar a partir de los 40. Yo voté cosas absurdas cuando tenía 18 años.

–Igual vamos a por las terceras...

–Estoy por ponerme tienda de campaña en el colegio electoral.

–¿Es España un país educado?

–Del que yo me he rodeado, sí. Luego hay otra España, la que nos ha insultado por la calle, y hay que seguir luchando por esas cosas. Nos pensamos que está superado pero no. Te insultan por llevar el pelo de una manera determinada, por ir maquillado...

–¿Qué le dicen?

–A veces una cara de asco es peor que un insulto.

–Dice que es bisexual teórico.

–Sí, es la opción más perfecta. Hay hombres que me parecen guapísimos, pero no me veo en la cama con ellos.

–¿Existe una clave para el matrimonio?

–Hay que tener suerte para que las dos partes sigan sintiendo lo mismo. Ser sincero y no jugar a Corín Tellado y mentiras de folletín. Saber quererse y mantener la atracción sexual. Mi mujer y yo somos antagónicos, ella es callada y yo un loro. El amor no es una raíz cuadrada. Y no hay que estar desesperado, hay quien juega a estar en matrimonio pero está solo.

–¿Qué es lo que más le gusta de su mujer?

–Su capacidad de trabajo y constancia y que a la vez me saca de quicio. Es una mujer germánica con una capacidad de autocontrol que me encanta, aunque yo no la quisiera tener. Es admirable esa capacidad que roza la robótica, aunque por otro lado lo haga difícil.

–¿Frívolo o intelectual?

–La frivolidad bien entendida roza la intelectualidad y te salva la vida. No todo tiene que ser blanco o negro.

–¿Canta en la ducha?

–No, en la ducha me lavo el pelo... Soy de ducha rápida, no me da tiempo ni a entonar la primera estrofa, pero hay que ducharse todos los días; no se puede ser cochino.

–¿Por qué vestir de negro?

–Es mi color favorito, el que mejor me sienta, pero no tiene nada que ver con lo gótico ni lo siniestro. La música gótica tampoco la escucho mucho, soy más de Los Ramones que de Marilyn Manson.

–¿Qué hacemos si se pasa la moda de los pantalones pitillo?

–Esa moda la puse yo, perdona, comprando la talla de chica en el H&M. Antes no me los podía poner porque pesaba 20 kilos más.

–¿Cuándo se los quitó?

–En el 92 o 93.

–¿Qué es el éxito?

–Casarte con una millonaria y... No, en serio, quizá ser dueño de tu vida. Y si de paso te casas con una millonaria...

¿MAR O MONTAÑA?

Aunque es un adicto al trabajo, en el momento de plantear una escapada, lo tiene claro: «Soy más de montaña». La playa, dice, es cosa del pasado: «Abusé mucho en mi juventud y en mi infancia de ella. Ahora no me llena». Y por si había dudas esgrime una razón de peso: «El calor lo llevo mal, se me riza el pelo».