Ciencia y Tecnología
Un smartphone a prueba de veranos
¿Cuántos móviles llegan ilesos a septiembre? Diversas empresas ya han patentado ingenios que protegen de caídas, del agua y de la arena.
Llama la atención, viendo los teléfonos móviles de la actualidad, que en 2015 aún muchos de ellos tuvieran un agujero para cargarlo y conectarlo con diferentes dispositivos, otro para los cascos y otros varios para los altavoces.
Hoy, cuando la carga es por energía solar o inducción, cuando la transferencia de información se hace también por inducción, NFC o simple contacto, los cascos son inalámbricos y los altavoces funcionan por algoritmos que convierten las imágenes en sonido, los teléfonos son prácticamente cajas estancas. Pero la palabra es «prácticamente». Es decir, casi son capaces de soportar inmersiones prolongadas.
Una década atrás, el gasto en reparación de pantallas o las nuevas compras o reparaciones por teléfonos «aficionados a la natación» era enorme. Hasta que comenzaron a desarrollarse los primeros airbags para smartphones. Uno de los primeros que patentaron esta tecnología fue el creador de Amazon, Jeff Bezos, en 2012. El sistema se basaba en la misma tecnología de los airbags de coche, pero para proteger el teléfono: una carcasa que en su interior tenía un conjunto de bolsas hinchables y se activaba cuando el acelerómetro percibía que estaba en caída libre. De acuerdo con la patente, este método de seguridad y prevención era capaz de evaluar las posibilidades de daño y reaccionar en consecuencia: según se especificaba en el prototipo era capaz de emitir chorros de aire para alterar la trayectoria y caer del lado más protegido.
El sistema era engorroso, la carcasa demasiado grande y no había posibilidad de alterar las prestaciones para que el sistema no se activara si el móvil se lanzaba de una persona a otra.
Así, hasta 2020, los smartphones y tabletas que se pretendía proteger de caídas o inmersiones contaron únicamente con este airbag que era casi un aparato. Afortunadamente la tecnología actual ha cambiado. Los grandes fabricantes utilizan Line-X, un spray no tóxico y que no altera los sensores de presión de la pantalla táctil, para sus móviles. De este modo, las pantallas son indestructibles ante las caídas, sobre cualquier superficie, hasta desde 10 metros de altura.
¿Pero qué hay del agua? La innovación resultó sencilla. En 2015, el líquido Ultra Ever Dry innovaba el mercado produciendo un líquido que era, primero, repelente al agua y luego a la arena. Las fundas de protección comenzaron a incorporar un sistema de pequeñas perforaciones en los bordes que rodeaban la pantalla y un sistema de airbags en su parte posterior. Cuando el acelerómetro y los sensores de movimiento detectaban una caída o la carcasa una gota de agua, el airbag se desplegaba en un movimiento sumamente rápido desplazando el líquido que actuaba como repelente de agua. Esto permitía que el smartphone resistiera sumergido al menos cinco minutos. Luego bastaba cambiar la funda o rellenarla con el aerosol, como se hacía con ciertos mecheros.
Por último, en 2025, podemos despedirnos para siempre de las llamadas «epidemias móvil». Los smartphones se habían convertido en un medio de contagio de diferentes virus y bacterias: los tocábamos todo el tiempo, los poníamos cerca de la boca, los apoyábamos en superficies no tan limpias y luego los compartíamos, sea para hacer llamadas o para jugar o enviar mensajes. Eso propició que grandes sectores de la población se contagiaran con diferentes bacterias. Pero el año pasado, una innovación que Microsoft patentó en 2014 liberó por completo los móviles de gérmenes. Se trata de una película que limpia las pantallas y hasta nuestros dedos utilizando la luz ultravioleta como método desinfectante. Desde ese momento y hasta ahora, nuestros gadgets favoritos han resultado invencibles.
✕
Accede a tu cuenta para comentar