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Isabel Allende: «Enamorarse a los 75 es como hacerlo a los 15»

Las cifras marcan la vida de esta autora. Acaba de cumplir años, presenta su novela número 23, ha vendido casi 70 millones de ejemplares en todo el mundo y hace 35 años que publicó «La casa de los espíritus»

Ángeles López
Ángeles Lópezlarazon

Las cifras marcan la vida de esta autora. Acaba de cumplir años, presenta su novela número 23, ha vendido casi 70 millones de ejemplares en todo el mundo y hace 35 años que publicó «La casa de los espíritus».

Nos encontramos, como cada dos años, en un hotel de Madrid, y destila la misma energía que ha desplegado durante toda su vida de escritora, periodista, feminista y mujer. Esta vez trae dos novedades bajo el brazo: un nueva novela «Más allá del invierno» (Plaza & Janés) y un recién estrenado amor que «escandaliza a mis nietos», como resume entre risas.

–«Más allá del invierno» (Plaza & Janés), el título de su nueva obra, está inspirada en una frase de Camus.

–Sí, y es un homenaje a la capacidad de alegría, esperanza y reinvención que atesoran las personas por muy mal que les vengan dadas... Es un homenaje a las segundas y terceras oportunidades que la vida nos presenta y también un recuerdo a que debemos ir con los ojos abiertos para que no se nos escapen.

–Los protagonistas de su libro son dos sesentones y una adolescente, expertos en pérdidas, dolor y desarraigo...

–Lucía es una mujer chilena que vive en la misma casa que su casero, Richard, un profesor universitario solitario. Ambos se encontrarán con Evelyn, una joven tartamuda guatemalteca que atraviesa serios problemas. A priori, todos son incompatibles o enormemente distantes... hasta que se cruzan sus vidas. Conozco a muchas personas como Richard y Lucía, que viven encerrados y nunca les pasa nada, pero tampoco les «pasa» la vida... y eso es terrible.

–El perfil del emigrante no tuvo que inventarlo, lo conoce muy bien...

–Desde la fundación que lleva mi nombre –a la que el nuevo presidente estadounidense ha recortado las ayudas– y con la que trabajo a favor de ellos, he conocido a muchas personas como Evelyn, jóvenes y frágiles que llegan de forma ilegal a Estados Unidos. Efectivamente, no era necesario imaginar demasiado. Además, yo misma fui emigrante y exiliada.

–Al final, los unos son redimidos por los otros. ¿Es el círculo lógico de la vida?

–Son redimidos porque corren el riesgo de hacer algo completamente inesperado e incluso peligroso, y descubren la solidaridad, la amistad y el amor.

–Reabre gran parte de las heridas que la sociedad actual no sabe cerrar: refugiados, xenofobia y falta de empatía.

–Sí. Es una novela muy política. También abordo el tema de las dictaduras latinoamericanas, el maltrato a los inmigrantes en Estados Unidos, la violencia de las bandas y las drogas... Y fíjate que la escribí antes de que Trump llegara al Gobierno.

–¿Realmente cree que Trump es un «accidente» y que no va a durar mucho?

–EE UU está viviendo el invierno de Trump que es lo peor que le puede pasar a un país. Pero sé que pasará, escampará y llegará el verano invencible. La democracia americana es muy sólida y muy fuerte; las instituciones y la democracia resistirán su gobierno.

–La veo muy enfadada.

–Es que veo que Estados Unidos está perdiendo su posición en el mundo, se está convirtiendo en un país intolerable, imposible. Donald Trump, que no sé siquiera si sabe leer, representa a una parte de los Estados Unidos que siempre ha existido. En toda sociedad existe una parte de la población fascista, nacionalista. Pero esa no es la mayoría del país en el que vivo.

–¿No pensó en marcharse cuando salió elegido presidente?

–Si llega un momento en el que siento que la situación es intolerable, me vuelvo a Chile. Yo sigo siendo ciudadana chilena. Por lo menos allá tengo a mi mamá y a mi padrastro. Pero yo creo que no es el tiempo de irse, es el tiempo de luchar y además... me enamoré en medio. Llevarme a Roger allí no sería tan fácil.

–Ahora hablaremos de ese tema, porque la veo como una adolescente.

–Es que estoy viviendo mi propio verano. Lo lindo es que la gente me pregunta cómo es enamorarse a los 75 y años y siempre digo lo mismo: igual que enamorarte a los 15. ¡Claro! Uno se enamora con la cabeza, no solo con las hormonas.

–¿Qué busca ahora en un hombre?

–En esta etapa: que me quieran mucho, que eluda peleas, que sea inteligente, que tenga sentido del humor... Y, por supuesto, que no fume y que le gusten los perros (risas). Me río pero lo digo totalmente en serio.

–Carmen Posadas me decía que había descubierto la maravilla de la bondad y que es lo que más podía erotizarla.

–¡Claro!... Pero cuando te quieren y te cuidan, la bondad se da por supuesta.

–Hemos hablado de cómo ve América... pero, ¿cómo ve a Europa?

–El mundo está en crisis desde el momento (y volvemos a él) en que Trump está a la cabeza del país más poderoso. Todo puede acabar en una guerra nuclear –lo estamos viendo–, pero confío en que no ocurrirá. Bien es cierto que Europa presenta esperanza, porque hay personas como Macron o Merkel, que pueden oponerse a la tendencia nacionalista, populista, xenófoba que invade como una oleada el mundo.

–¿Y cómo ve a España desde Estados Unidos?

–La diversidad política le ha venido bien. Además, veo que ha pasado la mayor parte de la crisis y os veo mejor y más contentos.

–¿Qué le parece lo que está ocurriendo en Venezuela?

–Me da mucha pena lo que pasa allí, pero los gobiernos pasan, y los países y la gente quedan.

–Con esa energía que usted tiene, ¿qué le tumba, qué le vence?

–Me «bajoneo» cuando veo la crueldad en el mundo, contra el refugiado, la mujer, los animales, pero no me dura mucho, porque hay que tener actitud activista y hacerle frente a las cosas.

–Segunda vez que nombra a los animales: debe ser difícil verla en una corrida de toros...

–Odio el maltrato a los animales, pero tengo que matizar que en una corrida hay más cosas: es un arte, un enfrentamiento con el valor, un espectáculo de gran belleza coreográfica que ha inspirado a muchos creadores. Dicho esto, lo malo es que matan a un animal y ese es el motivo por el que no me gustan.

–Hay un nuevo resurgir feminista...

–¡Y en EE UU no te cuento! El feminismo ha logrado muchas cosas para las mujeres en ciertas partes del mundo, pero en buena parte del planeta sigue habiendo una violencia de género desatada, una gran desigualdad, y seguimos viviendo en una sociedad machista. El patriarcado no ha terminado por ello no debemos darnos por vencidas. Quizá ya no le llamen feminismo y le pongan otro nombre, pero la lucha continúa.

–¿Qué opina de los cobardes, porque no todo el mundo es fuerte?

–Tampoco yo he tenido que poner a prueba mi valor a fondo. No sé si soy fuerte. Lo que a veces ocurre es que solo puedes optar por el coraje, porque no hay otra alternativa, pero eso no comporta fortaleza.

–Repite mucho su edad, cosa que no hace la mayor parte de la gente.

–Es porque he llegado hasta aquí, hasta los 75 recién cumplidos, y debo celebrarlo. Quiero que la gente joven sepa que no somos diferentes ni estamos fuera del mundo. Y a las personas de mi quinta quiero recordarles que todavía tenemos vida por delante, siempre que tengamos salud, claro.

–¿Con la edad se hace uno más sabio?

–No. En absoluto. Eres más sabio si lo has sido antes; si fuiste tonto, te vuelves más tonto aún.

–Por qué dice que la gente joven no quiere sufrir... ¡eso no lo quiere nadie!

–Mal hecho. La gente tiene miedo de sufrir, sobre todo en las relaciones. Cuando veo a los jóvenes que buscan pareja noto que ponen muchas condiciones, que quieren ir a lo seguro tomando demasiadas precauciones. O se corren riesgos o no se vive. Si se teme sufrir, no hay vida porque se interpone el miedo.

–¿Sigue sintiéndose insegura a la hora de escribir?

–En cada libro hay que inventarlo todo de nuevo. Las primeras semanas me siento insegura, pero al mes el libro fluye, toma ritmo y empieza la dicha de contar.

–Cuente al lector por qué arranca todos sus libros un 8 de enero.

–Porque empecé «La casa de los espíritus» un 8 de enero de 1981 y fue tan afortunado que por superstición seguí y ya se convirtió en disciplina. Tengo una vida complicada y organizo mi calendario para tener varios meses del año libres y poder escribir. Y esa fecha me sirve como arranque en tanto que la conocen mis editores, mi familia, mis amigos... ¡y me dejan en paz!

–De todos los inviernos vividos, aparte del que se murió su hija Paula, ¿cuál ha sido el peor?

–El del exilio, sin duda. Ahora vuelvo mucho porque mis padres viven allí: 101 años mi padrastro y 96 mi madre. ¡Nada menos! ¡A esa pareja hay que matarla a palos, porque están la mar de sanos! (risas).

–...Y su hija echándose novio, ¡contentos les tendrá!

–Cuando les presenté a Roger, le dije a mi padrastro: «Ramón, este es mi nuevo pololo (novio)». Y él me respondió: «¿Cómo? ¿Otro más?»(risas). Pero si he estado 30 años con cada uno de los dos hombres de mi vida... ¡Tendrá cara!

–Ahora sí me lo va a contar: ¿Cómo es Roger?

–Adorable... ¿Te he contado cómo nos conocimos? Me escribió un e-mail tras escucharme en la radio. Empezamos a enviarnos correos, y me llegaba cada mañana un ramo de flores. A los meses, concertamos una cita, lo encontré agradable y le dije: «Mira, no tengo tiempo que perder, a los 74 años, ¿te interesa algo más que una amistad o no?». Se tragó de golpe el ravioli y aquí estamos, organizando su mudanza de Nueva York a California. Ataqué como una barracuda, pero es cierto: no quiero perder ni un minuto de vida.

–Disfrute, entonces.

–¡Eso haré!: primero me voy unas semanas a Chile y luego de vacaciones con la familia de Roger. La próxima vez te lo presento.