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Química revolucionaria

A los múltiples cambios que trajo la Revolución francesa a finales del XVIII, se sumó en la ciencia el Tratado Elemental de Lavoisier, que hizo lo propio marcando una nueva era

Lavoisier introdujo con su Tratado la química moderna
Lavoisier introdujo con su Tratado la química modernalarazon

A los múltiples cambios que trajo la Revolución francesa a finales del XVIII, se sumó en la ciencia el Tratado Elemental de Lavoisier, que hizo lo propio marcando una nueva era

Los químicos de hoy en día basan su trabajo en la materia conocida. Toman pesos y medidas, calculan volúmenes, tienen en cuenta las valencias, los valores atómicos. Pero hace sólo tres siglos todo ese entramado era, sencillamente, imposible. La química se basaba en grandes dosis de especulación, en cantidades indescriptibles de desconocimiento sobre la materia. Era más parecida a una mancia que a una ciencia moderna. Si hoy las cosas han cambiado es gracias, entre otros, al gran revolucionario que fue Antoine-Laurent de Lavoisier, nacido tal día como ayer de 1743.

El mundo estaba a punto de cambiar definitivamente en lo político a final de siglo y se engendraba una transformación social e ideológica sin precedentes de la que iba a depender buena parte de la historia política venidera. Pero, al mismo tiempo, se venía otra revolución, igualmente universal. Otro modo de subvertir el orden establecido que iba a cambiar la forma de hacer ciencia para siempre. En marzo de 1789, cuatro meses antes del derrocamiento del Antiguo Régimen francés a manos de los revolucionarios, Lavoisier presenta su «Tratado elemental de química», en París, considerado hoy el manifiesto fundador de la química moderna.

Entusiasmado por las noticias que le llegaban de dos grandísimos descubrimientos, Lavoisier comenzó a diseñar una nueva teoría. Aquellos descubrimientos no fueron otros que la separación del oxígeno realizada por Joseph Priestley en 1774 y la definición de la naturaleza compuesta del agua que hizo Cavendish en 1781.

Gracias a ello, y a la solvencia económica que le reportaba su participación en la Ferme Genérale, la compañía recaudadora de impuestos, y que le permitió dedicarse de lleno a sus investigaciones mientras se despreocupaba de la manutención familiar, logró establecer su teoría sobre la combustión de los cuerpos, ser el primero en explicar de manera aceptable la formación de sales y de ácidos, el primero en convertir la ciencia química en una ciencia cuantitativa mediante el análisis sistemático de pesos, medidas y temperaturas, abrir las puertas de la calorimetría, del análisis de gases y del uso de ecuaciones para explicar lo que antes se explicaba con largos y retóricos argumentos especulativos.

Pero su relación con la Hacienda le sirvió también para ganarse la enemistad de buena parte de los trabajadores y agricultores agobiados por el sistema impositivo de la corona. Durante los terribles primeros años de la revolución, la mala imagen se tornó en odio, sobre todo cuando el nombre de Lavoisier se convirtió en objetivo político de Marat. Finalmente, en 1794, fue apresado con otros 27 miembros del estamento recaudador. Entre ellos, estaba su suegro, a quien vio guillotinar unos días antes de que él siguiera el mismo destino, el 19 de floreal del año 2 de la Revolución, es decir, el 8 de mayo de 1794.