Papel

Una familia ¿feliz?

Poligamia, hijos ilegítimos, rivalidad entre esposas y parricidios aderezaron los días de la real de Macedonia.

Un soldado macedonio se despide de su familia al partir a la guerra. Foto: Radu Oltean-Desperta Ferro Ediciones
Un soldado macedonio se despide de su familia al partir a la guerra. Foto: Radu Oltean-Desperta Ferro Edicioneslarazon

Poligamia, hijos ilegítimos, rivalidad entre esposas y parricidios aderezaron los días de la real de Macedonia.

Para familia desestructurada la de Alejandro Magno. Aunque su madre, Olimpia, gozó de primacía durante la mayor parte del tiempo, ostentando el título de reina, parece que su padre, Filipo II, llegó a desposarse con hasta siete mujeres (Ateneo de Náucratis, XIII.557), con algunas de ellas de forma simultánea. La competición por la preeminencia y por asegurar la sucesión en sus descendientes debió de ser feroz, especialmente entre Olimpia y Cleopatra, sobrina del general macedonio Atalo y última esposa de Filipo. Plutarco valora este hecho de forma crítica: «Pero los desórdenes de la casa de Filipo causados por los matrimonios y los amoríos, que de alguna manera hicieron enfermar a todo el reino a la vez que el gineceo, fueron motivo de numerosas quejas y grandes desavenencias que agravaron el mal carácter de Olimpia, una mujer extremadamente suspicaz y rencorosa, que además incitaba a Alejandro» (Plutarco, Alejandro IX.5).

Olimpia tenía dos buenos motivos para odiar a Cleopatra. Por un lado, porque Filipo la repudió al poco de casarse con esta; por otro, porque la nueva y joven esposa podría traer al mundo a un nuevo heredero que comprometiera la sucesión en su hijo Alejandro. El número de vástagos varones –y potenciales sucesores– de Filipo no está del todo claro. Su primer varón fue Filipo Arrideo, hijo ilegítimo habido con una bailarina tesalia (359 a. C.). Le seguiría Alejandro, hijo de Olimpia (356 a. C.), quien efectivamente sucedió a Filipo. La razón de ello es que Arrideo, además de ser ilegítimo, adolecía de discapacidad psíquica, aunque nada de ello impidió su ascenso al trono a la muerte de Alejandro, si bien reducido a mera marioneta de sus generales. Por último, Justino (Epítome XI.2) y Pausanias (VIII.7.7) mencionan a un tal Carano, que sería hijo de Cleopatra, asesinado aún tierno niño por Olimpia en el momento de la muerte de Filipo. Algunos autores modernos dudan de su existencia, por la escasez de testimonios que lo consignen. De modo que en el momento de fallecer Filipo, solo Alejandro se encontraba en disposición de sucederle.

En cuanto al destino de Cleopatra, última esposa del rey Filipo, Justino (IX.7) dice que se vio forzada al suicidio tras el asesinato de su hijo a manos de Olimpia. Pausanias (VIII.7.7), por su parte, indica que Cleopatra y su hijo Carano perecieron quemados en un brasero por Olimpia. Sobre la violenta muerte de Filipo no hablaremos, pero baste decir que Plutarco y Justino hacen a su mujer Olimpia partícipe en el asesinato. Así era la casa de Filipo, una familia feliz.

Para saber más

Filipo II de Macedonia

Desperta Ferro Antigua y Medieval n.º 21

68 pp.

(7 euros)