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El Me Too de las letras francesas

La justicia francesa investiga Gabriel Matzneff por violación de menores después de la publicación de un libro de memorias de una de las adolescentes con las que mantuvo una relación

Retrato del escritor francés Gabriel Matzneff. ©Julien Falsimagne / AFP / ContactoPhoto
Retrato del escritor francés Gabriel Matzneff. ©Julien Falsimagne / AFP / ContactoPhotoJulien Falsimagne / AFP / ContacJulien Falsimagne / AFP / Contac

Año 1990. El famoso periodista francés Bernard Pivot pregunta en televisión al escritor Gabriel Matzneff por qué «se ha especializado en colegialas y niñas». El autor responde: «Prefiero que en mi vida haya gente que no se haya endurecido. Una niñita es más amable». Los otros invitados de «Apostrophes», el programa literario por excelencia de la televisión francesa, ríen la escena al igual que el público. Solo una escritora canadiense, tambien invitada aquel dia, Denise Bombardier, planta cara al reputado Matzneff tachándolo de «miserable» en directo. La que acabó vilipendiada fue ella, no Matzneff.

La viralización de esta escena rescatada de la hemeroteca resume perfectamente el momento que vive Francia: la revisión de un pasado no tan lejano en el que la literatura estaba por encima de cualquier moral. Aquellos años ochenta en los que Matzneff, ahora con 83 años, detallaba en sus libros unas preferencias sexuales por menores que nunca ocultó ante las sonrisas cómplices de presentadores y público por todos los platós por los que se paseaba.

Ahora, la era del Me Too sacude al mundo literario francés. El detonante ha sido el relato de una de las víctimas de Matzneff: la editora parisina Vanessa Springora, que cuando tenía 14 años cayó enamorada del escritor, quien le aseguraba que sentía una necesidad «imperiosa» de estar con ella. «A los 14 años, no es normal que un hombre de 50 te espere a la salida de clase, ni encontrarte en su cama, con su pene en la boca», escribe Springora en «El consentimiento», título que evoca la cuestión clave de si se puede hablar de consentimiento en relaciones tan desequilibradas y que viene a ser el crudo relato de lo que por entonces no escandalizaba a casi nadie y que la autora llama por su nombre: pederastia.

Las consecuencias de este huracán que protagoniza la rentrée literaria de 2020 en Francia no se han hecho esperar ni judicial, ni política ni editorialmente: al día siguiente de la publicación del libro, el 2 de enero, la justicia francesa abrió una investigación contra Matzneff por «violación de menores». Además, el ministro de Cultura, Franck Riester, ha anunciado que cancelará la ayuda económica que el estado francés concede a viejos escritores con problemas económicos. Por su parte la editorial Gallimard ha adelantado que dejará de comercializar los diarios de Matzneff, una decisión sin precedentes. Springora, que asegura que comenzó a escribir su libro antes de que estallara la ola del Me Too, no quiere que se censuren los libros de Matzneff. «Pienso que la mejor respuesta es contextualizar sus textos con un aviso que recuerde que los hechos descritos son condenables», ha afirmado en una entrevista para el semanario «L’Obs». El caso Matzneff ha abierto en pocos días una caja de pandora muy sensible y cerrada con llave hasta ahora en Francia: la cara más sórdida de sus intelectuales.