Junta de Andalucía
Cuento de primavera (u otoño)
Comprobada la querencia dinástica de los neocomunistas, que reinan mediante sagas familiares en sus suntuosos palacios de La Habana y Pyongyang, adquiere rango de noticia política de primer orden el estado de buena esperanza de Teresa Rodríguez, Marianne de la futura República de Andalucía que ha elegido como compañero de viaje en la vida al primer camarada de la Comuna de San Juan de Dios, antes conocido como Ayuntamiento de Cádiz. La feliz premamá ha anunciado que saldrá de cuentas el 28 de febrero, como si un arcángel laico le hubiera anunciado la Natividad justo en el Día de la Patria, pero Kichi I, Su Comparsista Majestad, ha replicado que el feliz alumbramiento se producirá en tiempo de Carnaval. Está claro que cada cabra tira hacia su respectivo monte. Para no desmerecer ante sus rivales intestinos, los mencheviques Montero & Iglesias, los bolcheviques de Cai trasladarán su residencia a un «petit hôtel» a salvo de paparazis y otros curiosos de mal vivir: apenas dos millares de metros cuadrados más jardín consecuente y tapia a prueba de okupas en Valdelagrana, para así disfrutar de la vecindad de la antecesora del alcalde González Santos y de las vistas a Rota, pueblo del que es oriunda la gestante y donde se curtió desde la tierna infancia en la resistencia al invasor yanqui. Pero sobre toda familia de cuento de hadas, ay, se cierne el peligro de un ogro o bruja mala. Desde su guarida churrigueresca, que es palabra por sí sola acojona, la antagonista Díaz pergeña una lid electoral para otoño o primavera, según calculen sus asesores si en el uno le agravará los mareos o en la otra le agriará la lactancia. Por la escena deambulan Moreno y Marín, sobre quienes los exégetas consultados no han determinado si son chambelanes o bufones. Un poquito de cada, seguramente.
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