Elecciones Generales 2016
De la Moncloa al cielo
El domingo, cuando lea este artículo –si es que alguien lo lee, que hay que ser humilde y más en día de votaciones–, estará a punto de votar, ya lo habrá hecho o, en el peor de los casos, no pensará ejercer su derecho. Le animaría a que lo hiciera libremente, como lo hemos hecho durante estos casi 40 años, porque nos podemos jugar no solamente problemas económicos graves, incluso la libertad de votar a quien nos salga del níspero, que algunos que mienten más que parpadean podrían llevarnos a votaciones con candidatos impuestos.
En las próximas semanas, sin duda, volveremos como en diciembre a tratar de organizar un menú capaz de llevar a algún candidato a la presidencia –alguno ya dijo que el poder y el cielo se asaltan y la llave para el cielo está en la Moncloa–. El confitado a las finas componendas es necesario que se imponga. Lola Flores, que fue una adelantada, inventó el rap con el «cómo me las maravillaría yo». Ahora la clase política rescata el tema con un arreglo nuevo que pasa a titularse «cómo me lo pactaría yo». Con este griterío, y para dar más que decir, La Parrala así cantó. Todos los partidos, a través de sus dirigentes, habrán de haber entendido el mensaje de las urnas por segunda vez en seis meses. Todos y todas volverán al que tenemos que acostumbrarnos, al pacto, que la democracia es dialogar y acordar, que España y los españoles son lo primero. Te quedas encantado porque con estos mensajes de la noche electoral nos parecerá que esta vez sí que va en serio, que todo va a marchar al ritmo de pasodoble. Esperemos que a las 24 horas, recurriendo a las sevillanas, como Canal Sur, no cantemos la tercera. Pero la letra pequeña de los posibles acuerdos es definitiva: pactos sí, pero siempre que el primer acuerdo sea la reforma de la Constitución, libertad de referéndum sobre la pertenencia a España e incluso una consulta popular cada dos años para que el pueblo decida si el gobierno debe continuar –pienso que para eso están las elecciones–. De felicitar al ganador y dar por hecho que corresponde al Partido Popular formar gobierno, pasaremos al «jamás nos abstendremos para facilitar a Rajoy la investidura» –con esos mimbres que ya han asomado en la campaña mal vamos–. Es como si te presentan a una persona que se muere de sed y reconoces que hay que darle agua inmediatamente, pero de la tuya, que es la única buena, de otra ni gotita. Así se acaba el alboroto y comienza el tiroteo en las Cortes para encontrar a alguien que se atreva a coger el guante que le tienda el Rey. El guirigay irá creciendo y creciendo porque está sobre el tapete hispano lo que dicen abiertamente los políticos, lo que dicen que han dicho, aquello que viene de buena tinta, que suele ser pura invención, sin contar las filtraciones interesadas para marear un poco más la perdiz, que la pobre ya tiene tremendo colocón. Éste es el panorama que los votantes oteamos sin necesidad de asomarnos a ningún puente. Al igual que mucha gente que en estos días está preparando sus vacaciones, pensando si el próximo verano engrosarán la lista del 45% de españoles que no pueden tomarse unos días de descanso fuera de su casa, porque desgraciadamente están sin hacer nada desde hace largo tiempo esperando un trabajo, los representantes del pueblo que proclaman tanto su cercanía al mismo tienen que hacer lo imposible para que esta especie de pesadilla de noche electoral sea solo eso, una pesadilla. Que el lunes 27 no empiecen con el «mira que tú», que se olviden de vetos, que casan poco con democracia, que la lista más votada lleva detrás a muchos millones de españoles a los que hay que respetar y a los más votados, si les faltan 40 escaños para poder formar gobierno, tendrán a su vez que acordar y no imponer. Así que fuera orgullos, banderas y otras perjudiciales maneras de no hacer nada positivo. Los españoles, en su inmensa mayoría, solo pretenden lo que hasta hace poco han tenido: trabajo y que por ello se les pague justamente. Que todo joven tenga la oportunidad de estudiar si tiene actitudes para ello. Y si no es así, una formación profesional adecuada. Hace tanta falta buenos especialistas en materias primarias. La sanidad garantizada y ver que, aunque le aprieten los muchos impuestos, ese dinero que le detraen se emplea de forma eficaz y honesta. Petición particular: que el IVA a las grandes empresas se pague en las comunidades, según ventas en cada comunidad y no donde están radicadas. Andalucía ganaría mucho con ello.
✕
Accede a tu cuenta para comentar