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El «código Rancio», un universo «a la diestra del cielo»

Julio Muñoz desentraña los secretos de la hermandad Serva la Bari, guardiana de las esencias de la sevillanía

Julio Muñoz ha logrado poner en las librerías sevillanas una saga que vende más que el Planeta (Ke-Imagen)
Julio Muñoz ha logrado poner en las librerías sevillanas una saga que vende más que el Planeta (Ke-Imagen)larazon

«La’vangelio» es como se dice en Sevilla a los axiomas kantianos, las verdades evidentes. También es una expresión muy de la periodista Inma Carretero, natural de Cumbres Mayores, de donde procedían las chacinas de Hermanos Gómez, que linda con la casa de Lopera. En Sevilla, el que no se encuentra es porque no sabe que anda perdido. Julio Muñoz Gijón (Sevilla, 1981), que no es el alter ego del Rancio Sevillano porque no hay dos personas sino una dualidad en un ser –ying y yang, Sevilla y Triana– se adentra en el origen insospechado de la misteriosa expresión hispalense. Los inspectores Jiménez y Villanueva se enfrentan en la sexta edición de la saga –«El enigma del evangelio Triana» (El Paseo)– que arrancó con «El Asesino de la Regañá» –y que ha sido adaptada a TV y teatro- «a un secreto que ni el del Código Da Vinci».

Igual que Robert Martín, el Zoolander de Torre del Mar, Julio Muñoz «practica la inteligencia, la cultura, la filosofía, el saber estar, la educación». También varios deportes –el running y el boxeo– y es de raza blanca –en julio, agosto, septiembre, se broncea un poco pero no mucho–. Julio Muñoz supone, junto a Roberto Leal –«Hasta luego, Maricarmen»-, la punta de lanza de la promoción 99-03 de la Facultad de Comunicación de Sevilla. Una galaxia de Povedanos –la cuchipanda, según Gómez y Méndez– en la que el primer día de clase ya anunciaron un oscuro porvenir –«negro azabache, mirad la magia de mi melena»– al modo del supuesto anuncio de Schakleton: «Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario bajo, frío penetrante, largos meses en la más completa oscuridad, peligro constante, y escasas posibilidades de regresar con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito». En realidad, el universo del Rancio ya estaba allí y cuando en clase hablaban de Gutemberg, ya conocía el olor de la imprenta de su padre y los recovecos y misterios de la ciudad como si los llevara grabados en las palmas de las manos, un particular catálogo de seres y estares en el que igual cabía Mágico González que Kasumov, Cassius Clay, Jonhny Ekströn, Paco Gandía, Pepe el muerto, el Tato Abadía, Ivanov, Neri Alberto Pumpido o Tab Ramos. Todos en procesión, «a la diestra del cielo». Como Silvio, el rockero. Como en la canción que compuso Al Stewarts después de ver «Casablanca»: «No te molestes en pedir explicaciones, sólo te dirá que ha venido en el Año del Gato». En este caso, según la agenda que publicó, en el Año del Altramuz. Un universo rancio tejido entre los límites de La Parrapa y el Guirigay, en la frontera entre lo temible y lo acogedor. Zonas de avituallamiento tras las enseñanzas del eminente Vicente Romano allende Radio Pirenaica, los vaivenes de González Galiana –Benigni desdoblado– o la semiótica oculta tras los abrazos de los Teletubbies desentrañada por Francisco Sierra (con voz impostada de oficial) y Caballero. Las jornadas en Gonzalo Bilbao se hacían largas como un Año Murillo y, al contrario que en las películas, lo importante eran los créditos. Como dijo Monseñor Amigo de su ídolo Silvio: «En cuanto podía asentarse mínimamente en un sitio, volaba». «El trabajo es para no arruinarte, eso lo tengo claro. Seguramente no voy a ser millonario nunca, pero sí voy a ser tela de feliz», señala Muñoz Gijón. En las librerías de Sevilla vende más que el Planeta. Reciente Premio Blogosur por el programa «Abierto a las 10», que conduce junto a Luis Márquez –también de la promoción 99-03– Rocío Vicente y Juan Amodeo; y Premio Talentia. «Que el humor nos sirva para ser un poco mejores», defiende. El secreto del éxito nace «cuando no te dejas caer en las manos de la costumbre y de hacer las cosas porque siempre se han hecho así». También en las sempiternas listas de cosas por hacer. Sevillano de botellín, Bami, Matalascañas, bares, Betis, Sevici y Footers. «La felicidad consiste en no ser feliz y que no te importe», según Miguel d´Ors. El «me conformo con todo», que decía Silvio. Julio Muñoz cuenta que su hijo –a quien le escribió el cuento ilustrado «La mejor ciudad del mundo» y se llama como el rockero– anda «loco con Harry Potter» y en una cena, varita en mano, soltó: «¡Expecto Patronus!». A lo que su familia respondió: «¡Omnium Sanctorum!». El Rancio tiene calle suficiente para saber que en Sevilla a la hermana de Harry Potter, la llamaban Misi y a su prima, Susi. Amenaza con «Tinnitus», «un libro serio». Julio Muñoz y/o el Rancio, igual que Sevilla –«origen y destino»–, que «cuando escarbas hay una Sevilla subterránea», señala que «el fracaso es no intentar nada», lo que conduce a una de las enseñanzas de la puesta de largo de «El asesino de la regañá», entre «gente con patillas», cuando «llegó uno con Patrico, chaqueta de ‘vámonos que nos vamos’, castellanos buenos» y, muy serio, le dijo: «Rancio, hay un nazareno repartiendo botellines en la puerta». Y cuando Julio Muñoz ya esperaba la mano abierta en rostro, añadió: «Por un lado me jode y por otro me gusta». «Lo malo del esfuerzo es que cuesta trabajo», resume. «Todo se puede» en la vida, (menos quitarle el pimiento al serranito, que es un sacrilegio).