Política

Andalucía

El mapa de la abstención: la desafección política «vive» en las grandes ciudades

«En los pueblos se vota más», según los estudios, frente a la concentración de un tercio de los andaluces en diez urbes

Las elecciones andaluzas del 2D cambiaron el Gobierno de la Junta de Andalucía / Foto: Efe
Las elecciones andaluzas del 2D cambiaron el Gobierno de la Junta de Andalucía / Foto: Efelarazon

«En los pueblos se vota más», según los estudios, frente a la concentración de un tercio de los andaluces en diez urbes

La desafección política habita en las grandes ciudades. Esa es la conclusión que arrojan las investigaciones sobre procesos electorales y que corrobora Carmen Ortega, profesora titular de Ciencias Políticas de la Universidad de Granada y coautora de numerosos estudios como «La influencia del tamaño de las localidades sobre la participación electoral: un análisis contextual de las elecciones locales de 2011 en Andalucía», donde concluía que «el tamaño de los municipios ejerció una influencia negativa sobre la afluencia de los electores a las urnas». «Lo ideal para favorecer la participación serían municipios de entre cinco y diez mil habitantes», asegura esta experta. «El mundo rural tiene muy poco peso en las elecciones generales porque son una minoría, la mayor parte vive en núcleos urbanos. Las grandes ciudades se están convirtiendo en áreas de desafección política», señala. Esto lo corroboran los resultados de elecciones anteriores. La irrupción de los nuevos partidos, la más reciente la de Vox, desdibuja el mapa de resultados de junio de 2016, cuando se repitieron las elecciones generales ante la incapacidad de los partidos de alcanzar un acuerdo de investidura. En aquellos comicios, PP y PSOE se repartieron el 65% de los votos, con una victoria del primero por 23 a 20 diputados. Podemos quedó en tercer lugar (11 diputados) y Cs logró los otros siete en liza. El PP ganó en cinco provincias (Almería, Cádiz, Granada, Córdoba y Málaga) y el PSOE en otras tres (Huelva, Jaén y Sevilla). Vox contó 8.341 papeletas a su favor, situándose como la séptima fuerza en la comunidad, por detrás del Partido Animalista (Pacma) y UPyD. Ese domingo a las puertas del verano, 2,2 millones de votantes se quedaron en casa –un 34% del censo–. En las autonómicas, 2,6 millones no ejercieron su derecho al voto, el 41% del electorado.

Andalucía es territorio de extremos: dos tercios de su población se asienta en grandes núcleos. Solo en las diez ciudades más grandes –las capitales, excepto Jaén, y Jerez, Marbella y Dos Hermanas– residen uno de cada tres andaluces, mientras que doscientos municipios –el 26,5%– no superan las mil personas.

La nueva convocatoria de comicios, solo seis meses después de las celebradas en diciembre de 2015, supuso un zarpazo a los resultados de los socialistas, que se dejaron 75.500 votos y dos escaños en el camino. El PP, en cambio, mejoró en 132.000 votos y dos diputados, ganando así las elecciones, con un total de 1,42 millones de apoyos en Andalucía (sumó 4,5 puntos porcentuales). Podemos mejoró en un escaño, en detrimento de Cs. La desafección «contagió» entre esos dos procesos electorales a doscientos mil andaluces más. En Córdoba, Cádiz y Huelva faltó a su cita con las urnas más del 37% del censo; en Jaén, no llegó al 30%. «Los pequeños municipios tienen siempre mayor participación en todas las elecciones, sobre todo en las locales, pero en las generales, las autonómicas y las europeas también. La influencia histórica demuestra que son mucho más participativos. La abstención es un fenómeno urbano y es una pauta que se repite a nivel universal», analiza. La premisa de que «la gente de los pueblos vota más que en las ciudades» se sustenta en varias razones: «Una de las hipótesis que comprobamos es que parece que en los pueblos la ciudadanía siente que votar es un deber –explica–. También tienden a darle mayor eficacia a su voto, sienten que importa porque puede influir en el resultado», algo que sucede especialmente en las elecciones de las alcaldías. Por último, apunta a un aspecto relacionado con «el control social o 'el qué dirán'. El ambiente político también influye porque está bien visto ir a votar. El que no va se aparta de la mayoría, es lo que denominamos la ‘espiral del silencio’», concluye.

La tesis doctoral «Los componentes del voto en Andalucía: un análisis del voto económico en el período 2008-2013» –de Ángel Cazorla y codirigida por Ortega– determinó que que la participación electoral por provincias se mantiene heterogénea, con diferencias de entre 10 y 15 puntos. Jaén y Córdoba figuran como la más activas en cada proceso electoral, por encima del 75%, mientras que Cádiz (64%), Huelva y Málaga (con 66% ambas) fueron las que menos votaron.

Las últimas elecciones celebradas en España fueron las andaluzas. Ortega considera que los resultados del 2 de diciembre pasado influirán en los del 28 de abril, pero la sorpresa andaluza podría no repetirse, al haberse movilizado la izquierda frente a la «amenaza» de un Gobierno central sostenido por «un partido como Vox, que se percibe como de extrema derecha». «La abstención suele favorecer a la derecha. Para las próximas elecciones todas las estimaciones dan una participación bajísima, pero la izquierda se movilizará más», asegura la experta. Vox ha pasado en Andalucía de fuerza residual a determinante con 400.000 apoyos. No obstante, su opinión es que con un 30% de indecisos «cualquier acontecimiento puede volcar el resultado. Tenemos que aprender que el electorado ha dejado de ser prisionero de su ideología».

Andalucía cuenta con 86 que tienen entre cinco y diez mil habitantes: ocho en Almería; seis en Cádiz (que solo tiene 44 y doce superan los diez mil residentes); diez en Córdoba; 16 en Granada; seis en Huelva; 10 en Jaén; siete en Málaga; y 23 en Sevilla, la provincia con la población menos atomizada con cinco pueblos con menos de mil personas. En Almería, solo doce municipios concentran a más de diez mil habitantes y en la mitad de sus pueblos viven menos de mil personas; Granada, con 60 pueblos (39%), y Huelva (33%) se ubican los núcleos menos poblados.