Medio Ambiente
El último patriarca de Doñana
El filántropo suizo Luc Hoffman, fallecido la semana pasada, fue uno de los «descubridores» de las marismas y luchó por su preservación
El filántropo suizo Luc Hoffman, fallecido la semana pasada, fue uno de los «descubridores» de las marismas y luchó por su preservación
Con la reciente muerte del naturalista y filántropo suizo Luc Hoffman ha desaparecido el último patriarca de Doñana quien, junto al biólogo español José Antonio Valverde y al bodeguero jerezano Mauricio González-Gordon, entre otros, salvaron este espacio protegido, único en Europa.
Hans Lukas Hoffmann (Basilea, Suiza, 1923) fue cofundador, en 1961, del Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza (WWF en sus siglas en inglés), uno de cuyos primeros objetivos fue precisamente recolectar fondos para comprar fincas de Doñana y salvarlas de la desecación o de las plantaciones de eucaliptos.
Los dos millones de francos suizos recaudados –que Hoffman, copropietario de los laboratorios Roche complementó con generosas aportaciones– se obtuvieron con cuestaciones populares en países europeos bajo el lema «una corona, un ganso», tras comprobarse pocos años antes gracias a los primeros anillamientos desarrollados por Valverde, Bernis y otros ornitólogos en Doñana, que era en estas marismas del Guadalquivir donde invernaban los ánsares nórdicos.
Hoffman no sólo fue decisivo para comprar 6.794 hectáreas del parque en 1963, sino también para que esta aportación privada fuese acompañada por el Gobierno español con la aportación de más tierras y con su protección legal. José Antonio Valverde relató en sus memorias esta hilarante historia. WWF nombró presidente de honor al entonces príncipe Bernardo de Holanda, quien escribió una carta a Franco –al parecer promovida y redactada incluso por el propio Hoffman– en la que le pedía la protección de Doñana.
Valverde fue citado días después al Palacio del Pardo, adonde acudió temiéndose una represalia por su reivindicación de la protección de Doñana frente a los planes desarrollistas del franquismo. Sorprendido, le transmitieron el encargo de Franco: que contestara y complaciera, en su nombre, a la petición del príncipe holandés. El destino quiso pues que Valverde y Hoffman escribieran las peticiones proteccionistas de Bernando de Holanda y las contestaciones en nombre de Franco. El resultado fue la creación, en 1963, de la Reserva Biológica de Doñana y, un año después, de la Estación Biológica, instituto de investigación dependiente del CSIC, presidido por Valverde.
El nombramiento del entonces príncipe Juan Carlos de Borbón como presidente de Adena, sección española de WWF, y su apoyo a la preservación de Doñana la blindaron como Parque Nacional en 1969 y le dieron una proyección internacional plasmada en su posterior reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biosfera o miembro de la Convención Ramsar.
Con el fallecimiento de Hoffman desaparece el último patriarca de Doñana, que sobrevivió a Mauricio González-Gordon, a los ornitólogos españoles José Antonio Valverde y Franciso Bernis o a los científicos europeos Guy Mountfort, Max Nicholson o Julian Huxley, quienes a mediados del siglo pasado descubrieron la importancia de estas marismas y lucharon por su preservación. Un esfuerzo rodeado de indiferencia, cuando no de hostilidad, y que en el caso de Hoffman sólo le fue reconocido, muy tardíamente, en 2009 cuando el Gobierno español le concedió la Orden de Isabel la Católica.
Ese año, este naturalista y filántropo suizo realizó su última visita oficial a la reserva para conmemorar los cuarenta años de la fundación del Parque Nacional. Hoffman admitió a Efe que Doñana sufría entonces «más presiones y más amenazas» que cuando él la descubrió, al estar rodeada por núcleos urbanos y turísticos en expansión y por crecientes actividades agrícolas y ganaderas.
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