Sanidad
Francisco Gallardo; «La pobreza económica y educativa lleva a la enfermedad»
SEVILLA- ¿Qué planes tiene una médico andalusí en la tierra del conde Drácula?
–Normalmente las primeras traducciones suelen ser al inglés; en mi caso, va a ser al rumano. Pero la verdad es que para mí es un país culturalmente interesante. Y me gustaría apoyar la promoción en el país.
–¿Encajará?
–La traducción no debe ser fácil, aunque el idioma tiene origen románico, tampoco es un país con un pasado islámico importante... espero que se entienda bien.
–«El misterio de un cuento desaparece cuando se conoce la mano de quien lo escribe»; «el ruido de las puertas delata a los amantes». El título de cada capítulo da para una reflexión.
–Quería seguir un poquito la tradición de la novela árabe, que en cierto modo tuviera esa vertiente sensorial de sus textos: parece que hueles, que escuchas... En ese aspecto, es más expresiva que la occidental.
–Se perciben como pequeñas historias, leíbles de forma independiente. De agradecer si se elige la primera hora de la noche para abordarlo.
–Sí, en el fondo lo son, incluso algunos se pueden leer como cuentos por separado. No lo pretendía pero está impregnada de esa Sherezade de «Las mil y una noches» que se resiste a morir contando uno cada noche.
–Un personaje dice: «He podido admirar el coraje eterno de las hembras, ocupadas en perpetuar la especie mientras los hombres se empeñan en destruirla». ¿Es una percepción propia o prestada especialmente?
–Si me preguntas como autor, estoy totalmente convencido de que la mujer tiene una sensibilidad especial para detectar las cosas realmente importantes que ocurren, que me parece superior a la del hombre.
–¿No tendrán algo que ver en ella su mujer y sus hijas...?
–No, me lo han ratificado ellas, pero siempre he pensado así. Recuerdo cuando estaba en la Facultad de Medicina, que por cierto ejercíamos la igualdad sin saberlo, entonces ya me dí cuenta de ese poder de aprehensión de la realidad que tenéis. Yo sí quise hacer una novela de mujeres, contar la Historia, pero sobre todo porque me encontré que el 99% de los datos históricos eran de los varones de la familia Avenzoar. De la protagonista de la novela y de su madre, que las dos eran médicos, apenas teníamos.
–Es evidente que la Historia la escribieron, literalmente, hombres. Y no parece un época tan lejana.
–Exactamente, por eso quise contar la de una andaluza.
–Ocho siglos después, la igualdad parece ser entregarse al trabajo «como un hombre» y denostar el cuidado de los hijos.
–Sí, pero es muy interesante que una mujer de Salerno, Trótula, de cuya fuente bebe Sarah Avenzoar, ya escribió un tratado avanzadísimo de ginecología y de lo que se puede llamar puericultura. El cuidado del niño desde el punto de vista médico ya se conocía en el siglo XI. No sólo era traerlos al mundo, sino que su cuidado determinaba la salud futura del niño. Encontrarse eso es bastante sorprendente.
–¿Y por qué tantos cultivan el «empeño en destruirla» masculino en vez del «coraje de las hembras»?
–Creo que la igualdad se hace andando. En el caso de Sarah logra que su vida sea igual que la de los varones de su familia, tiene derecho a ser médico como su tío o su abuelo, reticente al principio a aceptarla. Sólo se conoce en la historia de Al-Ándalus el caso de tres mujeres médico.
–Ha dejado escrito: «La pobreza es la primera enfermedad del mundo». Lo fue en Al-Andalus y lo es hoy aquí.
–Es una enfermedad en el sentido epidemiológico de la palabra. Con las condiciones precarias higiénicas, económicas y de educación, entran muchas enfermedades que de otra manera no lo harían. Como médico del deporte me sorprende que se hable del doping cuando la primera desigualdad es la económica entre países. Hay un doping brutal de desigualdad. A pesar de la crisis, debe haber recursos económicos y una de las obligaciones que tenemos los médicos es denunciar que la pobreza lleva a la enfermedad.
–¿Un doctor que gana el Ateneo de Novela Histórica sigue sintiéndose más médico que escritor?
–Es una especie de esquizofrenia, lo que ocurre es que hay mucha relación entre la comunicación médico-paciente y como autor. Pasando consulta, en cierto modo se está escuchando una historia, se está escribiendo. El premio me ha permitido visitar otras ciudades a las que había ido con el baloncesto e ir modestamente con mi libro bajo el brazo. Pero el contacto con mis pacientes no lo perdería nunca.
–He oído que prepara algún proyecto con Juan Antonio Corbalán, con quien comparte baloncesto, medicina y literatura.
–Estamos en ello. Corbalán, al que siempre he admirado muchísimo, ha publicado una novela, «Conversaciones con Mirza» –Delibasic, un grandísimo jugador que llegó a jugar también en el Real Madrid–. Es una reflexión sobre el éxito y el fracaso muy interesante. A partir de esa novela, nos planteamos hacer algo conjunto, con obras ya publicadas que están saliendo de nuestro deporte e incluso pensamos en un libro de cuentos del baloncesto. Se uniría también Juanma López-Iturriaga y se haría en Sevilla y en Madrid.
–Del fútbol no suelen salir grandes escritores, más allá de Jorge Valdano...
–No diga eso... (risas).
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