Andalucía

Hermana mascota

Con lo sencillas que son algunas cosas, hay que ver lo que se empeñan algunos en complicarlas llevando al caniche al psicólogo / Foto: Manuel Olmedo
Con lo sencillas que son algunas cosas, hay que ver lo que se empeñan algunos en complicarlas llevando al caniche al psicólogo / Foto: Manuel Olmedolarazon

Las noticias del verano se superponen caprichosamente. Kristof Milak, un adolescente húngaro, ha batido en Gwangju (Corea del Sur) el récord en los 200 metros mariposa de los bañadores plásticos y Michael Phelps, el hombre que a su vez superó los siete oros olímpicos de Mark Spitz en Múnich 72. Este judío militante fue la segunda gran leyenda de la natación mundial, descendiente directo de Johnny Weissmüller, primer hombre bajo el minuto en los 100 libres y encarnación cinematográfica de Tarzán, autoproclamado rey de los monos y culpable, antes que Walt Disney, de la estúpida humanización de los bichos. Justo en este punto, conecta el joven Milak con el avejentado Pablo Iglesias. Porque fue el personaje interpretado por su tatarabuelo en las piscinas, a través no sólo de la mona Chita sino también con esos elefantes que siempre intervenían providencialmente en la última escena, quien actualizó la doctrina franciscana (del santo de Asís en persona) del «hermano Sol», la «hermana Luna» y los «hermanos perros». Los animales tienen alma, dicen ahora quienes reclaman la competencia ministerial de bienestar animal, incluso en mayor medida que los votantes de la derecha, a quienes en un arrebato entre freudiano y etimológico se tilda sin disimulo de «desalmados». Sobran las metáforas zoológicas, pues, para calificar a las estrellas del deporte y al prodigio magiar lo motejarán enseguida «Delfín» o «Albatros», si es que Denis Pankrátov y Michael Gross ceden el copyright... Lo que no significará que ese mamífero acuático y aquel majestuoso pájaro deban tener mayor consideración jurídica, o siquiera lejanamente parecida, que cualquier ser humano. Con lo sencillas que son algunas cosas, hay que ver lo que se empeñan algunos en complicarlas llevando al caniche al psicólogo. Cuánto tonto.