Literatura

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Javier Moro: «El hombre se comporta igual que hace siglos»

Se mete en el corazón de las grandes expediciones de la Ilustración para contar cómo España trató de salvar la Humanidad hace 200 años

Javier Moro/ Escritor
Javier Moro/ Escritorlarazon

Se mete en el corazón de las grandes expediciones de la Ilustración para contar cómo España trató de salvar la Humanidad hace 200 años

El escritor Javier Moro (Madrid, 1955) rescata la primera acción humanitaria de la Historia en su nuevo libro «A flor de piel» (Seix Barral), donde novela esta fascinante epopeya médica en los estertores del reinado de Carlos IV. Desconocida para la mayoría de los españoles, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, conocida como Expedición Balmis, recorrió todo el globo terráqueo entre 1803 y 1814 para intentar acabar con el virus de la viruela. Una aventura fascinante en la que el ganador del Premio Planeta 2011 ha invertido cuatro años para investigar la vida de sus protagonistas, héroes sencillos a los que rescata con una potente trama.

–Si la expedición en lugar de salir de La Coruña lo hubiera hecho de Nueva York, la conoceríamos todos y la habríamos visto cientos de veces en el cine.

–Se hubieran hecho ya superpelículas, me las puedo imaginar. Las películas que se hubieran hecho las habría dirigido Samuel Bronston seguramente. En España nos somos demasiado buenos con nuestros héroes, nos olvidamos, tenemos tendencia a ello. Éste es el caso de un olvido claro y aquí se justifica porque esto ocurrió en un tiempo en el que pasaron cosas muy gordas que captaron el interés nacional: era el fin del imperio, el rey estaba casi secuestrado en Francia, guerra en España y en las colonias, que fue el preludio a las independencias. Era tan gordo todo aquello que esto fue visto como anecdótico dentro de aquel marasmo. Las memorias de Godoy le dedican sólo unas páginas y eso refleja el peso de la expedición de la vacuna en la Historia. Godoy estuvo implicado en la organización, pero no le aporta demasiada importancia y sin embargo sí la tuvo, como éxito y como gesto.

–¿Y usted cómo llega a ella?

–Pues como siempre, de casualidad, durante una visita que hice al Real Jardín Botánico de Madrid. No sabía que era una institución antigua que tiene una biblioteca muy bien nutrida y un archivo donde se cuida toda la documentación de las expediciones científicas españolas. Me interesó la historia primero, he encontrado una vuelta a mis bases, a mis principios. Mis primero libros tenían una fuerte carga social, «La piel de Jaipur», «Senderos de libertad», «Las montañas de Buda», luego me he ido alejando un poco de esta idea y ahora he vuelto. Este libro tiene unos valores y una carga social que son importantes. En ese sentido, me he vuelto a reencontrar conmigo en este libro.

–¿Qué queda hoy de todos esos valores?

–Son valores eternos, cuando hoy en día un capitalista arriesga dinero para financiar una aventura que parece descabellada y que luego resulta que es un éxito brutal hablamos de lo mismo. El riesgo, la aventura, el romper prejuicios son temas eternos, que es de lo que siempre habla la literatura. El hombre sigue siendo hombre y se comporta igual que hace siglos, aunque el entorno haya cambiado. La base es la misma y la literatura se ocupa de ella. Del riesgo, el valor...

–Es que aquellas expediciones eran como ir hoy a Marte.

–Efectivamente, porque hay que verlo en el contexto de la época. Los viajes duraban dos meses y nunca se sabía la fecha de llegada. Te llegaba una encalmada o un temporal y vete a saber dónde acababas.

–O cuándo, porque estuvieron un década de aventuras.

–Bueno, Balmis hace la primera parte en 33 meses, poco más de dos años, y luego Salvany está algunos años más porque le toca la parte más dura. Muere en el año 1810 y luego sigue hasta el trece porque sus ayudantes, Grajales y Bolaño, siguieron hasta Buenos Aires. Lo genial fue que no sólo llevaron la vacuna, sino que aportaron un sistema para que esa vacuna de autoreplicase.

–Vaya época, Balmis, Malaspina, Humboldt, Mutis...

–Humboldt hace referencia a esta expedición porque Balmis y él casi se conocen en México.

–Humboldt, que le contó todos los secretos de México a EE UU.

–Lo contó todo, pero en el libro cuento la historia del virrey Iturrigaray, que era un vendido tremendo y un corrupto. Cuando estaba escribiendo la historia y veía las noticias de corrupción de nuestro país no tenía la sensación de que hubiera mucha diferencia entre entonces y ahora. Es de una rabiosa actualidad.

–Ahora también los héroes son los más sencillos.

–En esta gesta enorme que se hizo para salvar el mundo de la epidemia, el peso lo lleva el eslabón más débil de la sociedad. Son niños huérfanos y abandonados, que luego son comprados para continuar la expedición.

–La gloria tiene rostro humano.

–Eso es lo que me interesó de la historia, porque son héroes, me interesaba la humanidad, lo que pasaba en el día a día. Enfrentarse al mal comportamiento de unos niños resentidos que te hacen la vida imposible y que convierten la estancia en el barco en un infierno diariamente. Eres un gran héroe pero cómo lidias con eso, hay que bajarse a la óptica del personaje para contar por dentro los conflictos, porque yo hago literatura y no un libro de Historia. Quería que esto se viviese desde el interior.

–Tiene además el aliciente de contar con la presencia de una mujer, sola, frente a un mundo de hombres.

–Desde luego, es una mujer que se mete en un barco con 26 marinos, que la miran todos de reojo porque daba mal fario que una mujer sola se embarcase en aquella época, y todos los chicos, que no sé por qué no llevaron niñas.

–Marineros, barcos, supersticiones, el mar es un espacio fantástico para novelar.

–Sí, hay mucho de literatura de travesía, pero a mí me interesaba más contar y el engarce de todo esto ha sido muy laborioso, porque repetían mucho las acciones. Eso ha sido lo más difícil.

–Ahora cambia Asia por América, como ya hizo en «El imperio eres tú». ¿Se ha cansado de Oriente?

–Bueno, ésta es mi primera novela española cien por cien, ocurre en España y Latinoamérica, pero entonces no había diferencias como ahora. Esto era la monarquía española, es mi primer libro sobre mi país.