Nueva Zelanda
La historia interminable
Ésta es la narración de una especie de acoso telefónico. La protagonista es una artista retirada por razones de salud –aunque los retiros artísticos generalmente se deben al público, que te deja en la cuneta– de la que no voy a dar el nombre por estar en fechas navideñas –momento de moderarse en las pequeñas maldades–. La citada mujer pertenece a esa especie en peligro de extinción llamada «folclóricas B». Tuvieron un momentito que llamaron la atención, grabaron una versión en moderno de una copla, que se oyó algo, algún programa de televisión de cierto relieve –mas por lo escabroso, que por lo artístico– y poco más. Cuanto menos trabajo tienen, más aumentan sus fantasías. Van a cualquier estreno o cóctel, estén o no invitadas, cuentan que vienen de actuar en un casino de Las Vegas haciendo pareja con el mismísimo Mick Jagger como antes lo había hecho con Frank Sinatra. A pesar de ese éxito internacional no es difícil verlas actuando en las fiestas de un pequeño pueblo, justo en la plaza, donde las señoras mayores se llevan las sillas de casa. Allí se reúnen poco más de cien personas... A lo que vamos. Cuando empezó la temporada pasada «Original y copla», donde estaba de jurado, la artista localizó mi teléfono. Me estuvo llamando sin misericordia para dejar claro que ella era la mejor, la más simpática, la que más sabía de este género, incluso la más cachonda y que es la que tendría que estar en el jurado, incluso de presentadora. Ante el acoso, decidí bloquear su teléfono. Pasó el tiempo e hicieron una imitación de ella en el programa. Me temí lo peor y así fue. Con otro teléfono me pilló y volvió a empezar la situación. Del mundo entero recibe llamadas para que vuelva y otras fantasías delirantes, pero ella lo que le queda de carrera quiere regalárselo a España y a los españoles, por eso quiere estar en ese jurado, para levantar el programa. Volvió a calmarse el acoso, pero llegó de nuevo con la Navidad como una especie de turrón duro y rancio. Esta vez me ha dejado claro que si no dejamos su reaparición resuelta, aceptará el magnífico contrato que le ofrece el Olympia de París. Le he recomendado que no lo dude y que acepte ya. Y en cuanto a Canal Sur, que espere a que la nueva administración se haga cargo y les ofrezca algún proyecto de renovación, que con su nombre al frente seguro que les entusiasma. Inasequible al desaliento, me preguntó quién sería el nuevo jefe. Querida, ésa es una pregunta no del millón, de varios millones, le contesté. Le deseé lo mejor, le dije que me marchaba una larga temporada a Nueva Zelanda y que lo que viese de «Original y Copla» estaba todo grabado. Qué cruz de señora.
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