Andalucía
La imagen prestada
Durante el pasado fin de semana, Osuna (Sevilla), una de las localidades donde se rodó «Juego de tronos», revivió la pasión por esta popular serie con varias actividades creadas y pensadas por y para sus numerosísimos seguidores. Esta villa acoge un espacio sobre «Juego de tronos», publicitado como el único museo existente en Europa aunque en realidad forme parte del Museo de Osuna en un espacio denominado Salón de Hielo y Fuego (nombre prestado de la primera novela de esta exitosa saga, «Canción de hielo y fuego», escrita como todas las demás por George R. R. Martin). El fenómeno desatado con esta serie ha convertido la bella ciudad de Dubrovnik en un lugar masificado de turistas y, por tanto, intransitable. Algunos de sus escenarios, como la escalinata por donde bajaba humillada el personaje de Cersei Lannister, se encuentran entre los más preciados por ese creciente número de personas que hace turismo cinematográfico, interesante materia sobre la que escribieron hace varios años los andaluces Carlos Rosado y Piluca Querol en su libro «Cine y turismo, una nueva estrategia de promoción».
Pero no han sido Osuna ni Dubrovnik, donde también hay una exposición permanente sobre «Juego de tronos» (en realidad se encuentra en la vecina isla de Lokrum), las primeras ciudades que pusieron sus ojos en esta serie, sino la lejana Seattle. Para muchos será siempre un importante referente musical y estará asociada de por vida a Kurt Cobain, «Nirvana», la música grunge, Pearl Jam o Jimmy Hendrix; quienes estén más interesados en la informática, la aviación o en el sector empresarial en general la vincularán con Microsoft, Boeing, Amazon o Starbucks, radicadas allí y, finalmente, solo unos pocos, entre los que se encuentra quien firma estas palabras, la relacionará de por vida con la que tal vez sea la mejor comedia de situación, la maravillosa «Frasier», en cuya cabecera figuraba la Space Needle, singular edificio convertido en el principal icono de esta lluviosa ciudad. A unos pocos metros de la Space Needle se encuentra el singular e interesantísimo Museum of Pop Culture o MoPOP, que exhibió, cuando éste era conocido como EMP, el famoso Trono de hierro. Fue durante la primavera de 2013 y probablemente se trate del primer centro de difusión cultural que prestara su espacio a una serie que, en esos momentos, apenas iba por su segunda temporada y no se había convertido en el fenómeno de masas que es en la actualidad.
La iniciativa de Osuna ha coincidido en el tiempo con una exposición de fotografías en Itálica (Sevilla), una de las localizaciones más preciadas de esta serie por la trascendencia de las secuencias allí rodadas. En cualquier caso, no se trata de una muestra destinada exclusivamente a «Juego de tronos», sino que incluye otras producciones como «La Peste» y algunas más olvidadas como «Dardanelos», también conocida como «Harem», rodada a finales de los 80 en Sevilla y que trajo a la ciudad a grandes nombres del cine como Ava Gardner, Omar Shariff y Sarah Miles, menos popular que los dos anteriores pero aún recordada gracias a su inolvidable personaje en «La hija de Ryan», de David Lean. Por cierto, este cineasta británico es el responsable de que la ciudad forme parte del universo «Star Wars». Tras un complicado rodaje en Jordania, Lean y su equipo recalaron en España, donde continuaron con la producción de una película llamada a entrar en la Historia del Cine con letras mayúsculas, «Lawrence de Arabia». Sevilla prestó su imagen para convertirse en El Cairo, Jerusalén y Damasco con multitud de anécdotas que vivieron sus habitantes. Una de las más divertidas la narra magistralmente Perico Vidal, mano derecha de David Lean, en el estupendo libro «Big Time: la gran vida de Perico Vidal», de Marcos Ordóñez: para la secuencia de la llegada de Lawrence de Arabia al cuartel general inglés en Jerusalén le encargaron arengar a los 800 figurantes para que mostraran todo el entusiasmo posible y a él no se le ocurrió mejor idea que decir que en el coche iban Peter O’Toole y el torero Antonio Ordóñez, el más popular de la época, disfrazado; como añade en el libro, «aún debe quedar gente en Sevilla convencida de que Antonio Ordóñez» estuvo allí. Uno de quienes quedaron deslumbrados por la magia de «Lawrence de Arabia» fue Georges Lucas, que siempre deseó visitar Sevilla y más especialmente los escenarios donde se rodó la obra maestra de David Lean; de hecho, no es casualidad que recurriera al mismo lugar, la emblemática Plaza de España, donde situó el planeta Naboo, al que viajaba la reina Amidala, encarnada por Natalie Portman.
En esta misma ciudad se han rodado algunas secuencias de la serie de la BBC, «MotherFatherSon», con un Richard Gere en horas bajas pero recibido como si «Pretty woman» se hubiera estrenado ayer mismo. Algo similar, pero con más motivo, ocurrió mes y medio antes en Almería con la llegada de la israelí Gal Gadot, en el listado de las diez actrices mejor pagadas del año pasado, para el rodaje de «Wonder woman 1984». La desaforada reacción en ambos casos recuerda a los lejanos tiempos del No-Do cuando llegaban a España las grandes estrellas de Hollywood y eran agasajadas; hoy, como entonces, un rodaje supone trabajo y dinero, por lo que siempre resulta positivo y la labor de quienes lo hacen posible es encomiable. Otra cosa es que a estas alturas del siglo XXI, un barrio de una localidad sevillana, por muy marginal que sea, pueda servir para ambientar un mercadillo mexicano; no debe ser motivo de congratulación, como tampoco lo sería que un hospital andaluz pudiera servir el día de mañana para, pongamos como ejemplo, situar una historia en un país del tercer mundo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar