Roland Garros
Lección de Nadal
En unas horas, la vida de los españoles daba un vuelco, al conocerse la noticia de que Zidane dejaba el Real Madrid y que Pedro Sánchez se convertía en nuevo presidente del Gobierno, con el apoyo de la izquierda radical y de los independentistas. Pero España («esta España mía, esta España nuestra») es un país de héroes. Aunque no nos acordemos de ellos como deberíamos. Caso de Ignacio Echeverría, que ayer fue homenajeado por los ingleses al cumplirse el primer aniversario de los ataques terroristas del puente de Londres. Otro héroe del deporte es Rafael Nadal. Probablemente, el mejor deportista español de todos los tiempos. El rey de la tierra batida ya domina y manda en París, soñando con levantar su undécimo título de Roland Garros. Huelga decir que Rafa Nadal constituye todo un referente, también como persona. Un espejo por todos los valores que condensa y representa. Su humildad, su actitud positiva, la autoconfianza que demuestra, la disciplina, su esfuerzo en cada punto que disputa, su mentalidad ganadora, su talento y deportividad le convierten en nuestra mejor imagen de marca. Con la mirada puesta en octavos de final, después de superar a Gasquet, el de Manacor cumplió el sueño de un recogepelotas al jugar con él en la pista un breve juego, entre la ovación del público. Pero Nadal ha puesto cordura a la locura política de estos días. Que nuestro mayor embajador haya afirmado «al ciudadano le gustaría volver a votar, es un sentir general», es una frase que no ha sentado nada bien en círculos podemitas. El número uno del mundo volvió a dar otra gran lección, hablando con total transparencia sobre la defensa de la unidad y la voluntad de muchos de los españoles.
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