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Los Molares parieron a un alcalde

“Ha sido el milagro de los panes y los peces”. El PP apenas había pasado históricamente de 200 votos. El domingo acaudaló 1.277.. Para José Veira, lo que ha sucedido es que «la gente joven ha despertado del miedo» y ha llegado el Ayuntamiento «del cambio»

Hace cuatro meses José Veira, un joven nacido en Sevilla hace 26 años, se planteaba cuál sería su futuro profesional, hace tres le propusieron presentarse a la Alcaldía / Foto: Efe
Hace cuatro meses José Veira, un joven nacido en Sevilla hace 26 años, se planteaba cuál sería su futuro profesional, hace tres le propusieron presentarse a la Alcaldía / Foto: Efelarazon

“Ha sido el milagro de los panes y los peces”. El PP apenas había pasado históricamente de 200 votos. El domingo acaudaló 1.277.

Para José Veira, lo que ha sucedido es que «la gente joven ha despertado del miedo» y ha llegado el Ayuntamiento «del cambio»

Dijo una vez Alfonso Guerra, más ufana que cínicamente, que España iba a dar un cambio tal que no la reconocería ni la madre que la parió. No puede negarse que el ex vicepresidente del Gobierno, un erudito en aritmética electoral, tuviera algo también de visionario. La muestra de esta transformación asombrosa es Los Molares. Este pueblo de la campiña sevillana ha sufrido una completa transformación en cuarenta años. Guerra lo llamaría metamorfosis, acordándose a propósito de Ovidio. En las elecciones del 26 de mayo, el Partido Popular logró la primera mayoría absoluta en la historia de la democracia molareña.

En los años en los que Alfonso Guerra visitaba como candidato este pueblo de no más de 3.500 habitantes, en el periodo protodemocrático, el voto en Los Molares se lo repartían comunistas y agrosindicalistas. El PSOE, con el prestigio de la pana, supo imponerse a partir de mediados de los ochenta. Hasta la noche del domingo pasado, elección en la que perdió seis de los diez escaños que tenía en el pleno municipal. Los ganó todos el Partido Popular del joven José Veira. De manos de este veinteañero sevillano, los populares han pasado de un concejal a siete. Y con una plusmarquista participación del 75%.

«Ha sido el milagro de los panes y los peces», dice Juan Antonio, un prejubilado que trabajaba para la administración y que define el cambio de estos cuarenta años como el paso de los «barbudos sudorosos de los años setenta a los imberbes y perfumados del siglo XXI». Juan Antonio está sentado en un banco junto a la muralla. El solano castiga en esta última semana de mayo y hasta en la sombra, adonde se refugian los oriundos, el viento seca la boca. Este molareño de 62 años explica que el Partido Popular apenas había pasado históricamente de los 200 votos. El domingo acaudaló 1.277: sextuplicó su récord.

Granero socialista

La hazaña lleva un nombre normal. José, 26 años, se graduó en septiembre en Derecho y Ciencias Políticas; un veinteañero corriente que ha obrado el milagro en la provincia al sur del Guadalquivir. Debajo de Utrera, lindando con el término municipal de Arahal, Los Molares está rodeado de trigo. En el granero del socialismo en España, el próximo nuevo alcalde ha conquistado la mayoría más holgada de toda la provincia, siendo además del regidor más precoz de todos. Para él, lo que ha sucedido es que la «gente joven ha despertado del miedo». Por eso ha llegado, como a sus mayores de San Telmo, el Ayuntamiento «del cambio».

Para darle la vuelta al calcetín sin que se noten las costuras es necesario algo más que una carrera universitaria y un golpe de fortuna. Habiendo llegado, además, en una candidatura paracaídas desde la capital, el mérito se antoja ciclópeo. «Tiene entusiasmo», dice Juan Antonio en la Peña Bética del pueblo. A sus lecturas de Gramsci y de Maquiavelo se ha unido la visión de un lince. Tres de los concejales, como el propio Veira, son cuneros. Los otros tres son del pueblo, políticos de diversa ideología y filiación política, pero todos con la vocación municipalista metida en vena.

«Puerta por puerta»

Su lista «no tenía siglas». Veira no sólo ha tomado Los Molares casa por casa, «puerta por puerta», sino que ha impregnado su candidatura de sonrisa natural y de lo que hoy se conoce en la ciencia sociológica como «transversalidad». Y Veira ha contado que lo ha hecho sin mentir a los molareños. «Si me decían que necesitaba más médicos, les contestaba que eso no lo puede conseguir el alcalde, pero sí puede pedirlo a la Junta de Andalucía». En su ánimo lo tenía claro. Y la gente respondía como lo hace Juan Antonio frente a una caña fría. «Se ve que sabe y que le gusta la política».

También sabe Veira lo que conocen las espigas en la tierra. Cuanto más fuerte es la raíz, más prieto es el grano. Su madre, que fue alguien en Los Molares, era una indudable referencia para un municipio de estas dimensiones. No era el médico ni el boticario, pero sí la maestra, que no es chico bagaje. El próximo alcalde, además, ha sabido aprovechar factores como el azar. El nombre de su hermana, Fátima, es el de la patrona perpetua del pueblo.

Como en gran parte de la Andalucía interior, el progresivo envejecimiento de Los Molares comienza a alcanzar cimas de esperar colas para un autorretrato. La juventud se congela y, tan pronto toma calor, escapa a la ciudad. El remedio, según Veira, es promover el empleo para los jóvenes. Es la obsesión de este alcalde burbuja. De entrada, ha de brindarse el patrimonio al visitante. La epopeya de hacer Los Molares irreconocible. Que ni la madre que lo parió.