Cine

Andalucía

Primavera festivalera

Imagen de archivo de uno de los escenarios del Festival de Cine de Málaga 2019
Imagen de archivo de uno de los escenarios del Festival de Cine de Málaga 2019larazon

La irrupción de la primavera trae, a medida que avanza el siglo XXI, nuevos alicientes a esta Andalucía del azahar en flor, las golondrinas becquerianas o la berrea litúrgica. El Festival de Málaga alcanza su vigésima segunda edición con salud restallante, como corresponde a su edad, y abierto a la América hispana tras añadirle astutamente una preposición a su apellido, porque siempre fue «de cine español» pero ahora ha mutado a «cine EN español» para poder dar cabida a joyas como «El despertar de las hormigas», un peliculón de la costarricense Antonella Sudasassi que debería proyectarse en todos los talleres de género para aclarar conceptos como empoderamiento e igualdad, tan distorsionados por el feminismo desnortado que padecemos en estos pagos. El alcalde De la Torre, gran dinamizador cultural de la ciudad y de toda la Costa del Sol, le ha echado la pata al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, donde tan felices fuimos en nuestra primera juventud, con un evento que ha tenido la habilidad de apoyar su crecimiento en la figura inmensa de Antonio Banderas sin caer en el localismo, ese nacionalismo de garrafón que padecemos en esta bendita tierra. Este año, será homenajeado el guionista doble ganador del Goya Rafael Cobos, guionista sevillano del mismo barrio que los directores Paco Baños («Un gato, un chino y mi padre») y Santi Amodeo («Yo, mi mujer y mi mujer muerta»), ambos seleccionados con sus últimos filmes para la sección oficial. Grandes festivales como el malagueño, también el de Almería y el Europeo de Sevilla, fueron el huevo del que ha nacido una hermosa gallina en forma de industria audiovisual andaluza, que ha superado el estadio del amor al arte para devenir pingüe actividad económica. Aquí empieza el sueño de convertirse en la California de este hemisferio.