Sevilla

Se compra ayuntamiento a estrenar

Si alguna ventana a la oportunidad abrió la crisis cuyo decenio se conmemora este otoño, fue la concienciación que parecía cundir sobre el carácter paquidérmico de un sector público que, literalmente, no soportaba un céntimo más de carga. Francia e Italia, por citar dos ejemplos vecinos, aprovecharon el tirón para reducir sus entidades administrativas con un nuevo mapa en el que se fusionaron regiones para aprovechar las sinergias. El PP hizo bandera del desmantelamiento de las diputaciones durante el primer bienio de recesión, pero se le pasó el prurito ahorrador en cuanto, tras arrasar en las municipales de 2011, colocó a centenares de paniaguados en unos entes provinciales que gastan tres cuartas partes de sus presupuestos (algunas, como la de Sevilla, llegan al 80%) en sueldos. El sistema municipal español, con más de 8.000 «camaritas» que reproducen el Congreso, es un ejemplo aberrante de despilfarro e inoperancia que todos los partidos coinciden en la necesidad de achicar... excepto que jamás lo hacen. Ruló hace tiempo un informe para reducir el número de ayuntamientos y alguien parece haberlo enterrado en un cajón porque ayer mismo, dio el plácet la Junta para la creación, por segregación, de ocho nuevos términos municipales andaluces. Antiguas pedanías como El Palmar de Troya (Utrera) o Tharsis (Alosno), entre otras, se han escindido de sus antiguas metrópolis para así poderse comprar un alcalde con su gabinete completo, una tele o una Policía propias con las subvenciones para localidades para menos de 50.000 habitantes que los contribuyentes les entregarán, para gastar en juguetitos, sólo por el mero hecho de existir. Mientras, las instituciones internacionales más solventes y los indicadores «macro» alertan sobre una desaceleración que es la antesala de una crisis. Otra.