Sevilla

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La Razón
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Les contaba el domingo mi estancia en Málaga, donde conocí el espléndido nuevo museo de la ciudad y mi habitual visita al museo Carmen Thyssen. Por cierto, hablando con el gerente del mismo, Javier Ferrer, coincidíamos en la importancia decisiva que tuvo Antonio Salcedo, para que tan importante museo esté en la ciudad y sea uno de sus grandes atractivos. Lo lógico es pensar que los lectores se pregunten quién es el citado señor Salcedo. Les cuento. Es un malagueño de corazón, amigo de Tita de siempre y que ejerció de secretario privado de la misma, hasta que la baronesa fijó su residencia en Andorra. Antonio aprovechó el cambio para retirarse a su amada ciudad, que sin duda tiene un clima y una luz inigualables, y más aún comparadas con Andorra. Le comenté al gerente que además ayudó mucho la buena gestión del alcalde malagueño, que supo conectar perfectamente con la baronesa y, por el bien de la ciudad de la que es regidor, pasar por alto ciertos caprichos de la coleccionista, que además de forma tan generosa cedía gratuitamente a la ciudad una colección tan atractiva y al tiempo tan andaluza. Hay que decir que todo lo contrario que se hizo en Sevilla. En una cena de la Fundación Lara escuché sobre Tita un comentario que hizo una concejala del equipo del alcalde Monteiserín que producía sonrojo ajeno. Esto pasó en la época en que la sede estaba por decidir. Por tanto, lo importante es que tan relevante colección se puede disfrutar en Andalucía, y que se la llevó a su terreno el ayuntamiento que lo supo hacer bien. Las cifras de visitantes del Thyssen en el 2016 dejan claro el acierto: 158.000 personas disfrutaron de sus fondos. En el mismo periodo, el Museo de Bellas Artes de Sevilla ha sido visitado por 186.000 personas. Hablamos del segundo museo de España, con una obra de importancia universal, con un edificio que, como dijo el director de la National Gallery de Londres, es deslumbrante. Algo se debe estar haciendo mal en una ciudad con un aluvión de turistas: entre el Alcázar y la Catedral se superan los 3 millones. El año Murillo debe ser el momento de enmendar errores .