Política

Andalucía

Sorpresa, sorpresa II

Una persona elige una papeleta en las elecciones del pasado domingo / Foto: Efe
Una persona elige una papeleta en las elecciones del pasado domingo / Foto: Efelarazon

Terminaba ayer con un repaso a los resultados obtenidos por los distintos partidos. Hoy quiero, desde mi punto de vista de simple ciudadano, ver a dónde nos conducen. Primer punto. No entiendo que salgan manifestantes a la calle por los resultados de unas elecciones. La decisión soberana de los votantes es un principio básico de la democracia. No votaría nunca a Vox ni a Podemos y sus confluencias, pero no entiendo por qué para muchos sería una especie de gran pecado democrático un pacto de gobierno entre los tres partidos de derechas y no hay para esos mismos ningún reparo en el acuerdo de Sánchez con Podemos más los independentistas. El partido ganador de los comicios es el PSOE, ya que suma más escaños que el segundo, pero se deja por el camino 14 sillones en el Parlamento que le impiden formar gobierno, ya que el descalabro de Podemos deja a los socialistas sin poder sumar una mayoría. A toro pasado siempre es fácil encontrar razones que explican tanto los éxitos como los fracasos. Que la abstención ha perjudicado como a nadie a los socialistas, que su campaña ha sido de tono bajo, también. Madrid puede hacerte daño aunque gobierne tu partido. Recuerdo el mejor resultado del PP en unas elecciones andaluzas: Javier Arenas obtuvo 50 diputados y a pesar de ello no pudo ser presidente. Fueron muchos los analistas que culparon al Gobierno de Rajoy del fiasco. Argumentaban que el Gobierno de Madrid podía haber esperado unas semanas más para presentar el plan de ajuste y recortes más duro de la democracia, posiblemente imprescindible, pero no son pocos, aunque sean de tu partido, los que cuando te limpian la cartera siguen pensando en votarte. La cuestión catalana aletea sobre todo el país, también sobre estas elecciones. Hay muchos socialistas moderados que no entienden las carantoñas de Sánchez a los nacionalistas, que le devuelven cualquier gesto conciliatorio con un tremendo «zasca». Eso también ha restado votos, por más que Susana Díaz quisiera una campaña de Andalucía y para los andaluces.