Literatura

Bolivia

Susana López Rubio: «Ahora es imposible echar de menos a alguien»

“Me sale la vena romántica en todo lo que escribo, y a mucha honra”, señala la escritora. “Parece que las guionistas solo podemos escribir historias de madres”, denuncia

La escritora y guionista Susana López Rubio / Foto: Manuel Olmedo
La escritora y guionista Susana López Rubio / Foto: Manuel Olmedolarazon

“Me sale la vena romántica en todo lo que escribo, y a mucha honra”, señala la escritora. “Parece que las guionistas solo podemos escribir historias de madres”, denuncia

Susana López Rubio está acostumbrada a figurar en la «trastienda» de la televisión como guionista. Tras engancharse al éxito con «Acacias 30», la serie de sobremesa de TVE desde hace tres años, publica su segunda novela, «Flor de sal», sobre el viaje iniciático de una joven de 16 años.

Se presenta en su perfil de Twitter diciendo que escribe «guiones, novelas y listas de la compra». ¿Qué género literario de esos tres es más difícil?

La lista de la compra (risas), sobre todo con un nene de dos años.

Con eso no tiene tanto éxito...

Cero, se me da fatal. Se me olvidan la mitad de las cosas en el supermercado.

En esta «era Netflix» en la que estamos, la serie que creó, «Acacias 38», lleva más de mil capítulos. ¿Cómo se consigue?

Es un pequeño milagro cuando pasan estas cosas. Las series diarias, que a veces parecen la hermana pequeña del «prime time», como están en tu salón todas las tardes, la gente se lo toma como si fueran las aventuras de sus vecinos.

¿De dónde parte esa doble vertiente profesional?

Son dos formatos totalmente distintos, con el guion es todo a través de la imagen y la novela es mucho más introspectiva, pero los ingredientes son un poco los mismos, en el sentido de necesitar personajes poderosos, conflictos, obstáculos para ponerlos en el camino todo el rato...

¿Los conflictos amorosos siempre funcionan?

A mí es que me encantan, como lectora, como espectadora y como persona. Soy una romántica empedernida y, además, sin pudor. Me sale la vena romántica en todo lo que escribo, y a mucha honra.

¿Qué determina el éxito ahora mismo en la televisión? ¿Ha cambiado mucho en estos años?

La fórmula del éxito yo no la conozco, pero sí sé lo que no funciona: no funciona intentar imitar o ir a rebufo de algo. Que haya una tendencia en una serie y como escritor intentes imitarla, vas a llegar tarde seguro. Hay que hacer lo que a cada uno le salga de dentro, sin importar si es tendencia porque ya encontrará su momento.

Su protagonista, que es muy niña, con 16 años hace un viaje fundamental para su madurez.

Sí. Una de las semillas de la novela es que se desarrolla en el Salar de Uyuni (Bolivia). Es un desierto de sal y en la época de lluvia actúa como el espejo más grande del mundo. El objetivo era hacerla llegar a ella hasta ese espejo para el viaje de descubrimiento: es un viaje físico, por supuesto, pero sobre todo es un viaje mental, de abrirte al mundo. Yo defiendo que la mejor manera de abrir la mente son dos: viajar y leer. En este caso Julieta hace las dos cosas.

¿Los viajes que hacemos ahora tan inmediatos sirven para eso?

Antes era de otra manera, por ejemplo, los viajes en barco eran aventuras.

Pasaban tantos meses que se cambiaba hasta físicamente...

Claro (risas). La inmediatez no es solo en el viajar, es en estar conectados todo el día... A mí me flipa el «wasap», pero antes escribíamos cartas y tardaban en llegar. Y no nos importaba esperar... O revelábamos fotos. También la época lo bonito que te da es que aumentan los sentimientos porque la gente podía echar de menos a alguien. Ahora es imposible echar de menos a alguien porque le envías un «wasap»

y ya está.

En los últimos Premios Goya se habló de la invisibilización de las mujeres en el cine.

Y ya si eres mujer guionista... Nos queda mucho trabajo por hacer todavía, está clarísimo.

¿Siente el encasillamiento? Cuando dicen eso de que las mujeres escribien «de mujeres».

Me llama mucho la atención porque los mejores personajes femeninos que he leído los han escrito hombres, como John Irving, en su novela «Una mujer difícil». Es verdad que hay mucho encasillamiento, que parece que las guionistas mujeres solo podemos escribir historias de madres...

Decían que las nuevas plataformas digitales iban a acabar con el cine y están abriendo muchas ventanas.

A nivel de trabajo es brutal, el sector no se ha visto en otra. Han aterrizado todas de golpe, además: Netflix, HBO... Cuando era jovencita parecía que las series eran las hermanas pequeñas del cine, me daba mucha rabia. Ahora, de recursos y medios han alcanzado al cine de calle. Casi todos los creadores de cine han entrado en la tele porque es otro medio que te permite narrar historias mucho más largas.

¿Y es de las que se sienta a ver una serie entera?

Solía ser de esas en mis tiempos de prematernidad (risas).