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Víctor del Árbol: «Siempre habrá dos versiones de la verdad sobre Cataluña»

«Uno no nace con la libertad debajo del brazo, hay que pelearla. Si no luchas te la acaban quitando», señala el escritor. «No viajamos para conocer, solo para estar. No puedes ver el mundo a través de una cámara de fotos», añade

El escritor Víctor del Árbol / Foto: Manuel Olmedo
El escritor Víctor del Árbol / Foto: Manuel Olmedolarazon

«Uno no nace con la libertad debajo del brazo, hay que pelearla. Si no luchas te la acaban quitando», señala el escritor. «No viajamos para conocer, solo para estar. No puedes ver el mundo a través de una cámara de fotos», añade

Acaba de publicar, «Antes de los años terribles». Narra la historia de un niño ugandés a quien secuestran para obligarlo a luchar, son los llamados «niños soldado». Al decirlo, casi parece que olvidamos que son niños y nos quedamos con que son soldados.

Cuando escribí esta historia sabía que cada lector decidiría hasta dónde quiere llegar en el viaje que le propongo. Isaías es un niño soldado pero en realidad estoy hablando de otra cosa, de los ladrones de infancia, de los hombres y mujeres que han nacido sin niñez. Quería denunciar sobre todo eso. Y poner sobre el tapete una realidad que parece que se ha olvidado: todo el tema de Joseph Kony y el Ejército de Resistencia del Señor. Esa problemática acaba afectando a todos los críos implicados en conflictos armados.

Depende de en qué país, incluso en qué ciudad, te toque nacer, la niñez no es igual en todos los sitios. ¿Somos menos resistentes según nuestra infancia?

Está claro. Yo estoy en contra de la dictadura de la felicidad, a veces sobreprotegemos a nuestros hijos precisamente porque nuestra generación ha tenido más precariedad. No les estamos dando herramientas para afrontar un mundo que se avecina mucho más duro del que tenemos ahora. Hay que aprender a luchar, a lidiar con la frustración, aprender que el «no» forma parte de la vida. Eso lo ves en chavales de Centroamérica o de África donde tienen una capacidad de resiliencia que aquí poco a poco hemos perdido.

Ha sido un salto prácticamente en una generación.

Claro, porque pasamos de la televisión en blanco y negro a los canales de pago. España ha hecho una transición en ese sentido en relativamente pocos años y nos hemos convertido en nuevos ricos olvidando nuestros orígenes. Está bien porque significa que hemos ganado calidad de vida pero tampoco hay que olvidar que las cosas no son un regalo. Uno no nace con la libertad debajo del brazo, la libertad es una lucha y hay que pelearla. Si no luchas te la acaban quitando.

Comentaba un periodista, corresponsal en el continente africano, que hay que mirar a sus habitantes más allá de sus tragedias: su cultura, sus amigos, sus tradiciones...

Una de las ventajas de la literatura es que te permite entrar en la vida cotidiana y a partir de esa pequeña historia contar la gran historia de otra manera y darte cuenta de que no somos tan diferentes. Al final, uno se preocupa por las mismas cosas en todas partes y con las circunstancias que cada uno arrastra se construye una vida lo mejor posible. La literatura te permite romper estereotipos. Sobre África hay un montón y sobre los niños soldado, ya ni le cuento.

Es evidente que toda realidad no vivida se construye con estereotipos, incluyendo las diferencias entre comunidades en el caso de España.

Sí. Yo soy catalán, nací en Barcelona, pero de origen extremeño. Entonces, de estereotipos y de clichés sé un rato. Muchas veces estás luchando contra un discurso aprendido que la gente dice sin conocer ni pretender conocer la realidad, que es muy diferente. Se acaban formando opinión por lo que oyen.

¿Viajar solo sirve hoy para acumular monumentos y fotos?

No viajamos para conocer, solo para estar. No puedes ver el mundo a través de una cámara de fotos. Estaría muy bien que la cámara la guardáramos en el bolsillo y nos dedicáramos a mirar con los ojos. Es cuando aprendes a ver y a comprender.

En un momento, su protagonista quiere cruzar la frontera para llegar a España, como tanta gente que desea llegar a Europa, y se pregunta por qué hay personas altruistas que le ayudan.

El tema de la bondad me interesa mucho porque es muy silenciosa, se construye con personas anónimas que hacen un trabajo que nunca va a ser reconocido pero es el que aguanta el mundo y hace que no se hunda. No se trata de responsabilizarnos de todo lo que ocurre, pero debemos ser críticos y aceptar una realidad que no nos es tan ajena, precisamente por el tema de las pateras. Nadie se va de su casa y arriesga la vida si no es por necesidad, y en esa necesidad nosotros tenemos una responsabilidad, indirecta si se quiere.

Además de escritor, ha sido Mosso d'Esquadra veinte años, ¿todos los acontecimientos recientes de Cataluña tienen una novela?

Alguna ya se ha escrito pero hace falta dejar que pase el tiempo y tener perspectiva. Si uno quiere acercarse a la verdad no se puede hacer desde la emotividad del momento ni desde la sensiblería. Hay que dejar que el tiempo pase y hacer una reflexión. Pero claro que hay una novela, muchas, y las habrá seguro.

¿Sabremos entonces qué ha pasado?

Lo sabremos a medida que pasen los años, cuando todo se normalice, pero siempre tendremos dos versiones de la verdad. La verdad nunca es unívoca, pero al menos podremos contrastrarlas. Ahora, con todo el ruido que hay es imposible.