Castilla y León
Alfredo Pérez Alencart: «He aprendido a tener mucha paciencia con la ayuda de la poesía»
Editorial Betania publica un nuevo ensayo que abordan la entrega lírica del colaborador de LA RAZÓN
a madrileña Editorial Betania ha incrementado su catálogo con un nuevo volumen de ensayos que abordan la entrega lírica del poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, también columnista de este periódico. Lleva la firma de Enrique Viloria Vera, polígrafo venezolano radicado en Salamanca y se titula «En torno a la poesía de Pérez Alencart», donde el caraqueño ha reunido doce ensayos y artículos escritos desde 2006 sobre otros tantos poemarios del columnista de LA RAZÓN, un autor de referencia cuando de poesía iberoamericana se trata y cuyos versos vienen siendo analizados y elogiados en muchos países no sólo de habla castellana, contándose más de doscientos los ensayos, artículos o reseñas sobre los mismos, además de haberse publicado antologías suyas al rumano, chino, inglés, croata, italiano, árabe, alemán, coreano o hebreo, entre otras.
-¿Qué sensación le deja ser escrutado por otras miradas críticas?
- Si uno es fiel a la poesía que escribe y publica, debe ser consciente del maridaje o connubio que ello implica, como en todo matrimonio genuino, tanto en la riqueza como en la pobreza, en la salud o en la enfermedad. Cualquier crítica, hasta la que puede no agradarnos, siempre es positiva si la misma no está activada por el resentimiento, la envidia o el deseo de dañar. La crítica constructiva permite que uno enmiende algunos fallos, pula otros flancos o complete su pensamiento poético. Y es que el que escribe poesía siempre debe estar en permanente aprendizaje, con la esperanza de que alguna vez pueda llegar a ser realmente poeta. No es tarea fácil y, por ello mismo, muchos quedan en el camino.
-¿Y en el caso concreto del libro de Viloria?
-Su acercamiento tiene dos vertientes, la del crítico profesional cuajado en numerosos libros sobre arte o literatura que, cada vez más ha ido descargándose del profuso andamiaje teórico generalmente ininteligible, como si la crítica fuera sinónimo de erudición, para ir decantándose hacia un lenguaje sencillo, una redacción que va guiando al lector sobre los ejes esenciales de mi poesía, desde su punto de vista, claro. Y para ello se sirve de mis versos o de las temáticas que abordo en mis libros, y no así de la retahíla de conjeturas que usualmente usan ciertos críticos, algunas bastante absurdas, por cierto. La segunda vertiente se desbroza desde la imparable marea de la amistad, sin caer, eso sí, en ponderaciones poco fiables o panegíricos que no se condicen con la obra analizada.
-¿Cuál es el contenido de esta reciente publicación?
-Reúne ensayos o artículos que sobre diversos libros o antología mías ha venido escribiendo y publicando desde el año 2006, tanto en revistas o periódicos de América y España. También incluye un prólogo de José Pulido, escritor y periodista venezolano residente en Génova, así como un epílogo firmado por el poeta y editor cubano Felipe Lázaro. A esto se suma una entrevista que me hiciera en 2016, titulada «Pérez Alencart: Admiro a los perdedores que siempre ganan, como Cristo o ese Quijote llamado Cervantes», con motivo de mi poemario «El pie en el estribo».
-El arte y la imagen tampoco faltan en la obra
-Cierto. El retrato que preside la portada ha sido realizado por el destacado artista cubano-español Luis Cabrera Hernández, profesor de la Escuela de Grabado de la Casa de la Moneda de España. A él me une una entrañable amistad de más de cinco lustros y valoro en grado máximo sus pinturas, grabados y demás obra gráfica. También, a petición del editor, se han incluido fotografías de José Amador Martín, Gianni Darconza y Jacqueline Alencar, o buen número de portadas de los libros analizados por Viloria, por lo general con pinturas de Miguel Elías o José Carralero.
-En tiempos tan acelerados y ruidosos, ¿la poesía sirve para algo?
-La poesía es salvífica si ayuda en la travesía existencial. Y esto viene desde la primera alta noche del mundo; no olvidemos esa Luz. Yo nunca he estado a la moda, y por lo tanto no me afecta la moda de estar con prisas y en medio del griterío. Hay que alejarse de los ruidos que nos deshumanizan, de los ‘aparatejos’ que nos aíslan en vez de comunicarnos de forma más directa. Claro que a muchos la corriente los arrastra y quieren estar en sintonía con el vértigo cotidiano. He aprendido a tener paciencia y en esto mucho me ha ayudado la poesía, que exige reposo y silencio, además de propulsarnos a conocernos mejor a nosotros mismos y a nuestros prójimos, estén próximos o lejanos. Es curioso, pero ahora recuerdo que la finca ganadera de mi padre, allá por la Amazonía peruana, se llamaba ‘Ten paciencia’. Cuando era niño él me decía que ese letrero le advertía que debía frenar su impaciencia por lograr resultados inmediatos, pues todo debe hacerse muy despacio, para que florezca y perdure. Cinco años después de muerto debo decirle que tenía razón, pues así hay que aproximarse a la auténtica Poesía, sin premuras o deseos de rapiñar sus fértiles dominios.
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