Castilla y León

El estudio de las aves atrae a cientos de curiosos y expertos a Castilla y León

La Razón
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La afición por el avistamiento de aves está constituyendo en los últimos años un filón por explotar en Castilla y León, una comunidad autónoma que cuenta con 70 Zonas de Especial Protección de Aves (ZEPA), en las que anidan y revolotean 361 especies, de las que 361 son reproductoras o nidificantes, entre ellas algunas únicas, como el urogallo, buitres o la avutarda. Pero también hay censos en torno a otros pájaros, como la cigüeña blanca, la cigüeña negra, el milano real, el alimoche, el águila imperial ibérica, el cernícalo primilla, el halcón peregrino, la alondra de Dupont o el pechiazul.

Esa variedad en avifauna atrae ya, cada año, a miles de visitantes, sobre todo de la Europa continental y de Inglaterra -territorio con gran tradición ornitológica-, lo que ha llevado a la Junta de Castilla y León a incorporar este ámbito de actuación como algo prioritario dentro de su actual Plan de Márketing Turístico. De su mano, se ha participado ya en ferias punteras del sector -como «Birdfair», en Rutland, en el Reino Unido-, con apartados especializados en este tipo de turismo activo, en una estrategia que tendrá continuidad en el futuro.

Prismáticos en mano

La práctica del «birdwatching» supone no sólo la detección de las aves, sino un contacto real, natural y a una escasa distancia -bastan unos prismáticos- con especies variadas a las que se puede ver en su hábitat natural, nodificando, volando o posadas sobre vegetación. Aunque la primavera se señala como la época con más posibilidades de avistamiento, a lo largo del año, hay oportunidad de disfrutar de las aves que acuden o 'residen' en este territorio. Baste citar lugares como la Sierra de Gredos, el Valle de Iruelas y el del Tiétar, en Ávila; los Montes Obarenes, las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, en Burgos; Picos de Europa y los Ancares, en León; el Camino de Santiago y Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, en Palencia; las Arribes y Candelario, en Salamanca, las Hoces del Duratón o las del Riaza, en Segovia; el Cañón del Río Lobos, en Soria; las Riberas de Castronuño y del Pisuerga, en Valladolid; y las Lagunas de Villafáfila y el Lago de Sanabria y su entorno, para demostrar que las posibilidades de disfrute son infinitas.

Todos ellos se sitúan en esas ZEPA, que se sitúan total o parcialmente en la Red Natura 2000, esa figura que regula los espacios a proteger en el conjunto de la UE, impulsada a partir de la conocida Directiva Hábitats, de 1992.

En Castilla y León, son algo más de dos millones de hectáreas los incluidos en ZEPA (2,008, para ser exactos), una quinta parte del territorio de la comunidad autónoma, y en ellas los visitantes pueden acercarse a estampas poco habituales La contemplación de estas aves, en muchos casos, cuenta con espacios habilitados a tal efecto, con espectáculos únicos a observar, como la presencia de especies realmente amenazadas y cuyo avistamiento supone prácticamente un éxito.

Como ejemplo, en las Lagunas de Villafáfila, llegan a concentrarse en determinadas épocas del año hasta 20.000 gansos y en torno a 2.000 avutardas, lo que supone que una de cada diez de cuantas hay en el mundo se sitúan en la provincia de Zamora. En el abulense Valle de Iruelas lo que abundan son los nidos de buitres negros, que pueden atisbarse desde el cerro de la Lancha de las Víboras, con gran nitidez.

Llanuras, montañas, páramos, encinares, sabinares... cualquier sitio es bueno para localizar zonas de observación que permiten disfrutar de un subtipo de turismo de naturaleza que, como otros muchos, se encuentra al alza.

Además, nuestra Comunidad forma parte del programa de Turismo Rural de Interior y Ornitología (Trino), impulsado por administraciones y grupos de acción local, al que se han adherido establecimientos hosteleros, para promocionar la ornitología. Es el caso de «La Sayuela», en Candeleda, que ofrece al visitante información sobre la avifauna de la zona sur de la Sierra de Gredos. Su responsable, Monserrat Campesino, indica que aún «está por explotar» la llegada de viajeros interesados en ornitología.