Asesinato de Isabel Carrasco
Veredicto para un asesinato de película
Un jurado popular de nueve miembros decidirá desde hoy el futuro de las tres acusadas por el asesinato de la dirigente del PP Isabel Carrasco
Un jurado popular formado por cinco hombres y cuatro mujeres miembros decidirá desde hoy el futuro de las tres acusadas por el asesinato de la dirigente del PP Isabel Carrasco
No hay duda. Monserrat González esperó a Isabel Carrasco cerca del portal de su domicilio. No era la primera vez que lo hacía: vigilar a su víctima. La vio salir a media tarde y la siguió a unos metros de distancia. Era el 12 de mayo de 2014 y por fin iba a vengarse. Aceleró el paso, se aproximó a ella, y cuando cruzaba la pasarela sobre el río Bernesga, le descerrajó tres tiros por la espalda.
A partir de este lunes, un jurado popular, formado por cinco hombre y cuatro mujeres, va a poder analizar las pruebas que sustentan este relato de hechos. Verán los mapas que la asesina y su hija Triana diseñaron para cometer el crimen, las fotos de la víctima y del entorno del edificio con anotaciones y escucharán a una testigo que, recelosa, le dijo a Monserrat: «Si es usted policía no pasa nada por que vigile, pero sí no lo es yo voy a llamarlos ahora mismo». Ante la amenaza, la acusada se giró y desapareció del lugar.
Los nueve ciudadanos que emitirán el veredicto tendrán tiempo, durante el mes que durará la vista oral, para sacar conclusiones. También respecto al móvil. ¿Por qué Monserrat quiso asesinar a la presidenta de la Diputación de León? De la lectura del sumario se concluye que la asesina tenía un odio enfermizo a Isabel Carrasco. «No tenía más remedio que darle muerte y hacerle justicia. La mala hierba debe cortarse. Yo sólo he hecho justicia. Ella tenía una maldad fuera de lo común y sometió a mi hija a una auténtica persecución», ha reconocido la acusada.
Madre e hija cuentan que, en un principio, Carrasco las tenía muy en cuenta y las protegía, hasta que un día la presidenta llamó a Triana a su casa, fuera del horario laboral, para que le arreglase un móvil. Cuando la joven se presentó, según su testimonio, Isabel Carrasco tenía otros planes: «Me agarró de la cintura fuertemente y trató de besarme. La rechacé. Sentí repugnancia y decidí irme de allí, pero antes de salir Isabel me amenazó: “Piensa lo que haces, conmigo tienes mucho que ganar y poco que perder. Acuérdate de que ya se han convocado oposiciones para darte tu plaza en propiedad”. Desde entonces me hizo la vida imposible».
No obtuvo la plaza que supuestamente era para ella; fue bajando en el escalafón del Partido Popular hasta los últimos puestos para evitar que entrase como concejala en el Ayuntamiento de Astorga y se la dejó fuera de las siguientes elecciones. Triana no supo salir de aquella espiral en la que sentía que el mundo le había dado la espalda, y perdió 25 kilos de peso.
Su madre y ella se cocieron en su odio y planificaron la muerte de Isabel. Según la fiscalía, las dos lo prepararon. Monserrat apretó el gatillo y Triana, que la esperaba unos metros más allá, le dio cobertura y se deshizo del arma.
Es aquí donde entra la figura de Raquel Gago, la policía local amiga de Triana. La joven acudió un par de horas antes del crimen a casa de las presuntas asesinas. La visita en sí no presenta mayor problema, pero cuando la policía averiguó que minutos después del asesinato, y a unos cientos de metros de la pasarela sobre el río, Raquel había esperado a Triana, comenzó el zumbido tras la oreja.
La pistola, escondida
Cuando supieron que la hija de Monserrat escondió la pistola, una Taurus del calibre 32, bajo el asiento del coche de su amiga Raquel, y ésta tardó 30 horas en entregársela a la Policía, fue detenida e imputada por complicidad.
La defensa de Raquel Gago lo justifica diciendo que sufrió un bloqueo por una situación de estrés, «disociación cognitiva» lo llaman, y pide que sea absuelta. El abogado de Monserrat contrató a un especialista que afirma que la asesina padece un «trastorno de ideas delirantes» y estarían dispuestos a aceptar siete años y medio de cárcel. Sobre Triana el psicólogo afirma que es dependiente de la madre. Su abogado exige que sea absuelta porque encubrir a su madre es un comportamiento impune. El fiscal encargado del caso discrepa y solicita 23 años de cárcel para las tres acusadas: «El plan que trazaron para el asesinato parecía más propio de la película “El Padrino”».
Las claves
- El 12 de mayo de 2014 Isabel Carrasco murió tras recibir tres disparos a manos de Montserrat González.
- Premeditación Las acusadas –Montserrat y Triana– siguieron a la víctima durante mucho tiempo antes del crimen.
- El móvil Madre e hija culpaban a la presidenta de la Diputación de León de perjudicarlas en el ámbito laboral y político.
Montserrat González. La autora material
- En el banquillo se sentarán Montserrat González, de 60 años, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco; su hija, Triana Martínez, de 36, y la policía local Raquel Gago, de 42. La animadversión de la mujer e hija del comisario de la Policía Nacional de Astorga (León) hacia Carrasco está en el origen del suceso. Se trata de un asesinato con alevosía al que se añade el delito de atentado y el de tenencia ilícita de armas.
Triana Martínez. Instigadora y encubridora
- El fiscal sostiene que el crimen «estuvo muy bien planificado». Como ejemplo destaca la utilización de un revólver en lugar de una pistola (que no arroja casquillos), y que el arma tuviera el número de serie borrado para entorpecer la investigación. Tanto la Fiscalía como las acusaciones particulares solicitan una pena de 23 años de prisión para cada una, a quienes reclama que indemnicen con 75.000 euros a Loreto Rodríguez Carrasco y a Jesús Luis López-Brea, hija y pareja de la víctima.
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