Burgos
Una cueva y un sendero botánico completarán las visitas a Atapuerca
A partir del 17 de junio estarán abiertas al público aunque, de momento, solo se podrán ver en fines de semana alternos y en grupos de doce personas para ver el impacto sobre la oquedad
Una cueva de cien metros originada por el agua hace más o menos un millón de años con recorrido accesible y un sendero botánico con más de una veintena de especies se sumarán a los elementos visitables en Atapuerca para mejorar la comprensión de los yacimientos a los visitantes.
Uno de los codirectores de los yacimientos, Eudald Carbonell, consideró que las nuevas infraestructuras supondrán «un salto» en la experiencia de los turistas, aunque se implantará con carácter de experiencia piloto y con un número limitado de personas que podrán acceder.
Carbonell explicó que en el caso de la gruta, llamada «Cueva Peluda», el acceso es complicado, no se puede entrar de pie y el suelo tampoco es liso, por lo que no podrán acceder las personas con claustrofobia o con algún problema de movilidad.
La encargada del proyecto de la Fundación Atapuerca, Ana Isabel Ortega, detalló que se han instalado sensores para medir la temperatura y humedad en la gruta para ver su evolución y conocer el impacto de las visitas, de manera que se pueda establecer la frecuencia y volumen de visitantes que podrán entrar.
En todo caso, las nuevas incorporaciones a la ruta por los yacimientos se abrirán al público el 17 de junio y solo se podrán ver en fines de semana alternos y en grupos de doce personas.
El recorrido de cien metros por la cueva permita ver cómo era en su origen, completamente anegada por el agua, cómo se fue secando al bajar el nivel del río y se crearon estalactitas.
Se trata de una gran oquedad que recibe el nombre de «barbuda» por se ven en muchos puntos las raíces de los árboles de la superficie, que asoman para tomar la humedad de la gruta.
Estuvo habitada por osos, como demuestra un hallazgo de hace 500.000 años y por homínidos que controlaban la industria lítica.
En el caso del sendero botánico, «se trata de hacer un recorrido por la vegetación presente en la sierra, que demuestra que confluyeron especies mediterráneas y atlánticas», concluye Carbonell.
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