El pontificado de Francisco
Vatileaks
Estos días he conocido por la prensa la reciente investigación periodística de que han sido objeto los asuntos internos del Estado vaticano, tras la dimisión anunciada por el Papa Benedicto. ¿Investigación o especulación? A mí me ha gustado pensar siempre en la Iglesia Católica como institución humana. Todo lo humano es ambiguo y cubre una escala de registros que van en ascenso desde lo infrahumano hasta lo sobrehumano.
Yo, como soy un poco admirador de la filosofía pitagórica, hoy olvidada, disfruto pensando el ser no como absoluto sino como relativo. Quiero sugerir con esto que, para entender la realidad humana, es muy útil la música. Las notas de la escala musical son relaciones. Son relativas unas a otras. Así, la realidad humana -la entera realidad según los pitagóricos- se nos vuelve armónica si nos acercamos a ella con una idea de relación. No encontraremos armonía en ella si no estamos dispuestos a ver más que un aspecto de la misma. Los mortales, ni somos la maravilla de las maravillas ni tampoco la miseria de las miserias. La Iglesia Católica no es ni casta ni meretriz sino ambas cosas en mutua relación, como supo endender Tertuliano. Hay no pocos católicos que, cuando oyen hablar mal de su Iglesia, suelen reaccionar de dos maneras. Unos se despachan diciendo que en fin, que no hay que exagerar, que todo es una conspiración de los perseguidores de la Iglesia... Otros reaccionan diciendo que hay que rezar mucho por la Iglesia y por el Papa. Yo les diría a estos: rezar sí, pero sólo rezar no. Y a aquellos les diría: perseguidos somos pero sin olvidar que perseguidores fuimos. Y podemos volver a serlo. Todo es relativo. Por eso hay en ello armonía. Buscarla es asunto nuestro.
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