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Acusan al Govern de no cumplir el protocolo para prevenir la ablación

La fundación Wassu-UAB exige más formación a médicos de atención primaria, menos castigo y más pedagogía. Alerta de que 65 niñas han ido a su país y no han vuelto este año

La mutilación genital femenina se practica en 30 países. Unicef estima que 200 millones de mujeres han sido mutiladas y que 3 millones de niñas están en riesgo cada año
La mutilación genital femenina se practica en 30 países. Unicef estima que 200 millones de mujeres han sido mutiladas y que 3 millones de niñas están en riesgo cada añolarazon

En un parto en Gambia, el bebé se asfixia. La madre no dilata porque de niña se le practicó una mutilación genital femenina (MGF). Y la comadrona no relaciona la ablación con esta complicación en el parto.

En un parto en Gambia, el bebé se asfixia. La madre no dilata porque de niña se le practicó una mutilación genital femenina (MGF). Y la comadrona no relaciona la ablación con esta complicación en el parto. La MGF se practica porque se cree que potencia la fertilidad y previene la muerte de los recién nacidos, cuando puede provocar esterilidad y complicaciones en el parto. También se cree que la religión obliga, aunque el Corán no habla de la circuncisión femenina; que es más limpio, pero puede provocar infecciones urinarias y ginecológicas, tétanos, hepatitis o SIDA y en ocasiones la muerte. Está relacionada con la belleza, quienes la practican temen que el clítoris pueda crecer, pero a ninguna mujer le crece el clítoris como un pene. Están convencidos de que buscan el bien de las niñas, pero les provoca complicaciones, como reglas dolorosas, aunque a veces no relacionan una cosa con la otra, como la comadrona de Gambia. Y, sobre todo, se practica porque es una costumbre, para que las niñas sean aceptadas socialmente en la comunidad. Muchas veces, forma parte de un rito de paso de niña a mujer.

Pero como contó ayer Adriana Kaplan, la directora de la Fundación Wassu-UAB, una organización científica que trabaja para prevenir la MGF, cuando la gente entiende que ciertas prácticas «ponen en peligro la vida y la salud de las personas, las tradiciones pueden cambiar». Para muestra, Gambia. Es uno de los 30 países donde la práctica de la ablación está arraigada culturalmente. Allí el 76% de las mujeres entre los 15 y los 49 años está mutilada. Pero hace tres años, el parlamento gambiano aprobó una ley que prohibe esta práctica. Las penas pueden ir de los tres meses de cárcel y/o 1.000 euros, hasta la cadena perpetua en caso de que la víctima fallezca.

«Habíamos tenido oenegés que intentaron acabar con esta práctica con sermones morales, la Fundación Wassu-UAB nos convenció con evidencias científicas de que la MGF perjudica la salud de la mujer», cuenta el presidente de la comisión de Salud, Mujeres e Infancia de la Asamblea Nacional de la República de Gambia, Ousman Sillah, que expuso el programa pionero de formación en mutilación genital femenina para jueces, magistrados y parlamentarios de Gambia, en el Fórum Internacional sobre Mutilación Femenina que se celebra en el CaixaFòrum.

Unicef calcula que 200 millones de mujeres de todo el mundo han sufrido MGF. En España, habría unas 18.396 niñas en riesgo. El 35% vive en Cataluña. Allí nació el primer protocolo del Estado. La idea era concienciar a las familias a través de mediadores de sus comunidades. Pero Kaplan denunció que la Generalitat está incumpliéndolo. Dice que no ha invertido un euro en formar a los médicos de la atención primaria que son quienes tienen más contacto con las familias y pueden hacer más pedagogía. Ha dedicado más recursos al castigo. Cuando los servicios médicos alertan a los Mossos de que han detectado una niña en riesgo, la policía informa a la juez, que autoriza si la niña viaja al país de origen de su familia. Si la niña es mutilada, a su regreso a España, los padres van a la cárcel y la menor a un centro.

Kaplan alerta que entre 2012 y 2016 han perdido la pista de 400 menores, 65 el año pasado. Regresaron a su país y sospechan que se quedaron porque sus padres temían que se les retirara el pasaporte al regresar. «Es probable que la abuela le practique la ablación antes de casarla», explica Kaplan. A muchas las casan con chicos subsaharianos nacidos en España y tiempo después regresan con ellos y no con sus padres. Kaplan exigió responsabilidad al Govern para que apueste por la prevención y formación de los profesionales sanitarios. La idea es que las familias no dejen de mutilar por miedo a la ley, sino porque comprendan que es perjudicial para la salud.