Barcelona
Así empezó todo
Agustina Guerrero regresa con una nueva entrega de su creación más conocida, explicando con humor y nostalgia sus orígenes
Agustina Guerrero regresa con una nueva entrega de su creación más conocida, explicando con humor y nostalgia sus orígenes.
Hablar de la Volátil es hacer referencia a una de las creaciones de tinta más exitosas surgidas en los últimos años. El personaje de Agustina Guerrero, basado en las propias experiencias de la autora, ha logrado hacerse con una legión de seguidores que, en algún momento, se han preguntado cuándo empezó todo, cuál es el origen del personaje y, a la par, de la misma Guerrero.
Eso es lo que trata de responder «Érase una vez la Volátil», editado por Lumen, un álbum en el que el personaje de divertido moño y camiseta a rayas protagoniza su primera aventura larga. «Me apetecía mucho hacer algo así. Tenía ganas de romper con lo que venía haciendo hasta ahora y salirme del camino. Creo que era el momento de dar ese paso», confiesa Guerrero en declaraciones a este diario.
Sin ocultar las raíces autobiográficas, la ilustradora nos habla en el libro desde su llegada a Barcelona dejando atrás una relación. Fue el momento de encontrarse consigo misma, a veces con humor y en otras con tristeza, aunque al final hay una invitación a la sonrisa. «Los otros libros eran temas puntuales. Ahora, el no tener un chiste continuamente, hace que la Volátil sea más humana. Es que aquella época fue de dolor, de bucarme mucho. Creo que ha sido un riesgo hacer un libro como “Érase una vez la Volátil”», matiza la dibujante.
Esta entrega podría entenderse como una precuela, aunque no por eso ha retrocedido la manera de trabajar de Agustina Guerrero. «Ella ahora es más adulta, pero también ha crecido a nivel gráfico. Me siento mucho más cómoda con sus crisis y sus tristezas», explica. Esto se constata en el tratamiento de la narración, con dobles páginas en las que la Volátil permanece sola, a veces en una página casi en blanco, con los elementos justos para mantener al lector atento hacia el relato. «Es un libro muy pensado. Medité mucho si las páginas en blanco solamente con su presencia quedarían bien, pero estaba muy claro que no se necesitaban florituras innecesarias. Daba miedo todo tan limpio», dice la autora.
Agustina siempre está acompañada del buen humor y no solamente cuando se enfrenta al folio en el que dará vida a su creación más querida. Pero en este libro, «es la primera vez que dibujando me he puesto a llorar. Estaba hablando de una época tan clave en vida que era inevitable. Hacer este trabajo me ha hecho ver orgullosa cómo lo he sobrepasado todo y cómo he continuado mirando hacia adelante».
También ha confirmado que «estoy mucho más cómoda dibujando. Me costó mucho llegar a un trazo tan simple logrando, por ejemplo, que en alguna página de “Érase una vez la Volátil” ella se muestre pensativa, aunque esté de espaldas al lector. Ha sido un logro que pudiera hablar con su cuerpo».
Agustina reconoce que ahora «no sé por dónde irá el personaje», aunque descarta que aparezca su reciente maternidad como tema porque, en este caso, «no hay nada interesante que contar, no es significativo».
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