Pobreza

Barcelona detecta un 30% más de jóvenes sin hogar

Colau abre el primer centro para alojar a chavales sin techo de 18 a 25 años. Acusa al Govern de no darles respuesta y abocarlos a la calle

Barcelona detecta un 30% más de jóvenes sin hogar
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Con apenas 17 años, Omar dejó a su familia, en Argelia, para buscarse la vida en Europa. Un falso El Dorado, para muchos niños y jóvenes africanos que creen que cruzando el Mediterráneo encontrarán un trabajo digno, una vivienda digna y un sueldo digno con el que poder ayudar a sus padres y hermanos.

Con apenas 17 años, Omar dejó a su familia, en Argelia, para buscarse la vida en Europa. Un falso El Dorado, para muchos niños y jóvenes africanos que creen que cruzando el Mediterráneo encontrarán un trabajo digno, una vivienda digna y un sueldo digno con el que poder ayudar a sus padres y hermanos. Voló a Francia, donde tiene tíos repartidos en todo el territorio, «París, Lille o Toulouse», cuenta, «pero una vez allí me dijeron que bajara a Barcelona porque es más fácil conseguir papeles». De este viaje, pronto se cumplirá un año. En Barcelona, fue atendido por la Dirección General d’Atenció a la Infància y l’Adolescència (DGAIA). Entró en uno de los centros que tiene la Generalitat, aunque estuvo poco tiempo porque cuando cumplió 18 años, en junio, lo echaron.

«Sin explicación alguna, de repente, me vi en la calle», recuerda Omar, «y empezó una vida terrible». Durante un mes vivió literalmente en la calle. «Estaba solo, vigilaba que no me robaran la mochila con mis documentos y lo poco que tenía. En la calle, hay ladrones, gente borracha, la vida es difícil», explica. Comía en los comedores sociales y dormía en cualquier lado, hasta que un chico le habló del centro para sin techo de la Zona Franca. «Allí tenía una cama, aunque la gente era mayor, 80, 40, 50 años y con problemas distintos al mío», explica. El Ayuntamiento de Barcelona alertó ayer de que cada vez hay más chicos como Omar que duermen en equipamientos pensados para indigentes. La teniente de alcalde de Derechos Sociales, Laia Ortiz, explicó que han detectado hasta un 30 por ciento más de jóvenes sin hogar en el último año. Tienen contabilizados unos 170. Y no obvió que la mayoría son chavales que la DGAIA echa a la calle al cumplir los 18 años.

Lo hizo en la apertura del primer centro municipal para alojar a jóvenes sin hogar, de 18 a 21 años, pero ampliable a los 25, que se encuentren en situación de exclusión y vulnerabilidad. Un equipamiento «imprescindible», pensado para ayudar a estos jóvenes a construir un proyecto vital. De hecho, los dos primeros chicos que han accedido al centro, Omar y Rashid, fueron detectados por los servicios sociales del Ayuntamiento en dos de sus equipamientos para indigentes. Omar, tal y como iba explicando, dormía en el centro de la Zona Franca y Rashid en Nou Barris.

Omar y Rashid acompañaron a Ortiz y al presidente de la fundació APIP-ACAM, Josep Ricou, una entidad que lleva desde los años 90 ayudando a jóvenes y personas sin hogar, en la presentación del primer centro de acogida para jóvenes sin hogar, que han bautizado como «Maria Feixa», en recuerdo de la mujer que donó las instalaciones, a pocos metros del Parc de la Ciutadella. Para gestionar este espacio, la entidad cuenta con una ayuda anual de 652.000 euros del Ayuntamiento, que no se muerde la lengua y denuncia que el país carece de políticas que aborden el fenómeno de los «sin techo». «¿Cómo puede ser que los jóvenes en centros de menores y tutelados por la Generaliat terminen en la calle al cumplir la mayoría de edad? ¿Cómo puede ser que la administración no les haga un seguimiento?», preguntó Ortiz, antes de acusar al gobierno catalán de «abocar a estos chicos a la calle».

Ortiz lamentó que la crisis migratoria, los obstáculos legales de la Ley de Extranjería y la falta de acompañamientos por parte de las administraciones son las culpables de que cada vez haya más jóvenes en situación de vulnerabilidad en la calle o durmiendo en centros para indigentes.

El presidente de la Fundación APIP-ACAM, por su parte, apuntó que cada año 300 chavales salen de la DGAIA y que algunos, como Omar, Rashid o los cuatro jóvenes que llegarán esta semana al Maria Feixa, necesitan ayuda. En el centro, tienen a 13 educadores, horarios, una habitación, higiene, comida, atención socioeducativa y un programa de inserción laboral. Omar, por ejemplo estudia mecánica. El problema, denuncian, es que al acabar este programa encuentran un tapón: alquileres cada vez más altos y sueldos míseros.