Psiquiatría

El celador hizo del geriátrico de Olot su «laboratorio de muerte»

Los peritos creen que mataba «para ser alguien», aunque sabía que era ilegal

Ni se arrepiente, ni desconocía que las víctimas sufrían, según los psicólogos
Ni se arrepiente, ni desconocía que las víctimas sufrían, según los psicólogoslarazon

Barcelona- La defensa del celador de Olot, asesino confeso de once ancianos, sigue sosteniendo que su cliente sufre algún tipo de trastorno mental que le impide distinguir entre el bien y el mal. Sin embargo, los diferentes psicólogos y psiquiatras que visitaron a Joan Vila estando preso aseguraron ayer en el Palacio de Justicia de Girona que el hombre sabía perfectamente lo que hacía y que mató «en beneficio propio, para ser alguien».

Para el jefe del servicio de Psiquiatría de Can Brians, Álvaro Muro, el celador de Olot convirtió el geriátrico La Caritat en el que trabajaba en «su laboratorio de muerte, ya que le suponía una gratificación y le llenaba». Muro señaló, en su declaración, que Vila sufre un trastorno depresivo mayor moderado, pero que éste «no alteraba o disminuía su competencia mental» para discernir si obraba mal o bien.

«Se sentía Dios»

De hecho, uno de los psicólogos explicó que Vila «nos dijo reiteradamente que no se sentía arrepentido y que lo volvería a hacer, aunque sabía que era ilegal, pero que no lo tenía en cuenta porque lo veía como un acto bondadoso, de hacerle un favor a la persona que estaba sufriendo». Además, el acusado actuó con la tranquilidad de que no sería descubierto porque tomó las precauciones necesarias para dejar huellas, declararon los peritos. El celador de Olot «se sentía como si fuera Dios, nos lo dice directamente y nos explica que tenía esa posibilidad de anticipar el tránsito de los ancianos y que esto le hacía sentir como Dios».

Según Muro, «no digo que sea un sádico de estructura, pero sí tiene impulsos sádicos, ya que ve sufrir a sus víctimas y vuelve a utilizar el mismo método». De hecho, para el psiquiatra, el argumento de Vila de que desconocía que los líquidos cáusticos, como la lejía, producen quemaduras no ni válido ni cierto, porque el celador «admitió que vio sufrir a la primera víctima, la que reconoció haberle suministrado cáusticos». Por ello, tampoco cree Muro que la justificación de Vila de que actuó para ayudar a ancianos que estaban sufriendo, «para evitarles la agonía», pueda tenerse en cuenta como cierta.

En cuanto a las pruebas psicológicas que le hicieron a Vila en prisión, los expertos que lo visitaron explicaron que intentó falsearlas «para mostrar una imagen de una persona mucho más trastornada». Según los peritos, Vila fingió tener problemas mentales manipulando las respuestas que daba en los test.

Al parecer, el afán del celador por mostrar que sufre un enfermedad mental fue tal que dio positivo en todos los trastornos posibles. «Dio positivo en depresión, ansiedad, paranoia. En todo, absolutamente en todo», apuntaron los peritos Josep Ramon Juárez y Margarita Serra.

Todos coincidieron en señalar que el celador de Olot es una persona normal, «con personalidad decaída, con dificultades de relacionarse y frío a la hora de demostrar emociones» pero que sabe distinguir el bien del mal perfectamente y sin ningún tipo de duda.