El desafío independentista
El Govern garantiza a ERC que no renunciará al «derecho a decidir»
Homs asegura que una mejora de la financiación no servirá como moneda de cambio
El objetivo de celebrar una consulta soberanista en Cataluña es irrenunciable para el gobierno de Artur Mas. Su portavoz, Francesc Homs, se esforzó ayer en dejarlo claro con el propósito de no provocar una crisis con ERC en un momento en que busca su apoyo a los presupuestos de 2013.
El objetivo de celebrar una consulta soberanista en Cataluña es irrenunciable para el gobierno de Artur Mas. Su portavoz, Francesc Homs, se esforzó ayer en dejarlo claro con el propósito de no provocar una crisis con ERC en un momento en que busca su apoyo a los presupuestos de 2013. Ni tan siquiera una mejora del sistema de financiación de la Generalitat podría servir para aparcar el ejercicio del «derecho a decidir», aseguró Homs. «Lo que no haremos es cambiar una cosa por la otra. Sería traicionar un compromiso electoral inequívoco y mayoritario», explicó el portavoz de la Generalitat, dando a entender de esta manera que la reivindicación del pacto fiscal ya no es la aspiración de CiU. «Como Govern hay cosas de las que ya hemos pasado página», zanjó Homs.
Con todo ello, la mano derecha de Mas quiso significar que el gobierno catalán no está dispuesto a aparcar sus ambiciones soberanistas por muchas ofertas de financiación que pueda recibir. Se refirió, en concreto, a la posibilidad abierta por el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, de transferir a las comunidades autónomas el cien por cien de la recaudación del IRPF. «A veces parece el día de la marmota. Esta misma propuesta ya la hizo el Gobierno de Rodríguez Zapatero en diciembre de 2005», recordó el portavoz de la Generalitat, que no mostró el menor interés en debatir sobre ello.
El pacto con ERC
Ahora lo prioritario para Mas es amarrar el apoyo de Esquerra a su acción de gobierno y no ofrecer dudas sobre el proceso de autodeterminación, columna vertebral del acuerdo de gobernabilidad firmado por CiU y ERC hace ahora tres meses.
Lo cierto es que el acuerdo no está marchando todo lo bien que le gustaría a Mas, aunque el presidente de la Generalitat se esfuerza en poner buena cara y en asegurar que funciona «razonablemente bien». Las dificultades que está poniendo ERC para aprobar los presupuestos –su voto afirmativo es imprescindible, no basta con su abstención– y los mensajes de censura que dirige a la Generalitat cada vez que ensaya vías de conciliación con el Gobierno son la mejor prueba de que el pacto no se fundamenta en la mutua lealtad, sino en la simple conveniencia.
La situación del ejecutivo de Mas es muy delicada en este sentido. Por una parte, no tiene otro remedio que pedir la ayuda del Gobierno para no caer en la bancarrota. Y, por otra parte, sólo ERC encaja en el rumbo que CiU marcó las pasadas elecciones autonómicas apostando por un referéndum de autodeterminación. La conclusión de los nacionalistas es que la relación entre Cataluña y el resto de España ya no se puede basar en obtener recursos y competencias a cambio de estabilidad parlamentaria en el Congreso. El esquema ha cambiado aunque no se visualiza ningún fruto. «Tenemos la ambición de hacer las cosas diferentes y no seguir tropezando en la misma piedra», resumió Homs.
La pregunta es si la Generalitat no va a tropezar en una piedra mucho mayor, puesto que el Gobierno no tiene la menor intención de abrir un proceso de diálogo con Mas para permitir una consulta ilegal. De hecho, tampoco Unió Democràtica está por la labor de impulsar un referéndum sin tener el plácet del Gobierno e incluso ha propuesto aplazarla a 2016.
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