Abusos a menores
El juez justifica la libertad de Benítez porque aún no ha sido condenado
El jueves el juez que instruye el caso de los presuntos abusos cometidos en el colegio Maristas de Sants–Les Corts dejó por segunda vez en libertad al pederasta confeso Joaquín Benítez, sobre el que pesan, al menos, cuatro delitos.
Esta decisión, muy polémica, provocó reacciones, y muy especialmente, la del padre que denunció los hechos en primera instancia, Manuel Barbero. Concretamente, lamentó que Benítez siga libre en las calles, con el peligro que conlleva para los menores. Con esta decisión, el juez recibió críticas, pero ayer reaccionó con un auto.
El juez que investiga al ex profesor de Maristas justificó su decisión de dejarlo en libertad en que no se puede «adelantar su castigo» sin que el pederasta haya sido condenado, «por mucho que repugnen los hechos que se le atribuyen».
Prisión descartada
En un auto, el magistrado Miguel Ángel Tabarés, desgrana los argumentos por los que descartó el ingreso en prisión provisional del pederasta confeso, como solicitaron las dos acusaciones particulares sin que se opusieran la Fiscalía ni la acusación popular ejercida por el Ayuntamiento de Barcelona.
El magistrado razona que, desde su declaración de febrero, en la que el ex profesor reconoció haber abusado de al menos un alumno, no variaron las circunstancias personales del investigado, que cumplió «de manera puntual» las comparecencias semanales en comisaría que le impuso entonces el juez.
Benítez se negó el jueves a declarar en su segunda comparecencia como investigado ante el juez instructor, en la que debía responder por otros dos casos de abusos sexuales denunciados que, unidos a las dos agresiones sexuales que se le imputan, podrían acarrearle una condena cercana a los 40 años de cárcel.
El juez reconoció que los hechos que se imputan al ex profesor son «singularmente graves», pero recalcó que la fase de instrucción del caso «de ninguna manera puede ser espacio para el castigo», ya que el pederasta confeso no ha sido todavía juzgado. Recordó que la prisión provisional «no es un castigo, ni un adelanto a este, sino la garantía de que si aquel llegara podrá ejecutarse».
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