Literatura

Cataluña

«El periodismo sólo tiene futuro si gana legitimidad»

Antoni Bassas recibió el sábado el 50 Premi Josep Pla con el recuento de sus 14 años al frente de «Els matí de Catalunya Ràdio»

Antoni Bassas en el hotel Palace donde el sábado recibió el Premi Josep Pla
Antoni Bassas en el hotel Palace donde el sábado recibió el Premi Josep Plalarazon

Antoni Bassas recibió el sábado el 50 Premi Josep Pla con el recuento de sus 14 años al frente de «Els matí de Catalunya Ràdio».

A los 33 años, Antoni Bassas se ponía al frente de «El mati de Catalunya Ràdio», programa que se convertiría en líder de su franja horaria y referencia informativa para multitud de catalanes. «Había personas que se me acercaban y me decían cosas como “me despiertas con más alegrías tú que mi marido” o “yo me divorcié y el hombre que me despertaba eras tú”», recuerda. Durante catorce años estuvo al frente del programa, ayudando a dibujar el relato de lo que estaba pasando en una Cataluña que ya empezaba a cambiar su rostro y encaminarse hacia la senda independentista. En 2008 ponía fin de forma traumática a su exitoso recorrido radiofónico, después de sus enfrentamientos con el gobierno del entonces tripartito liderado por Montilla. «Entonces tenía 47 años. Ya no era el mismo que había comenzado y sabía que en un año o dos lo dejaría, por mi propia iniciativa. Así que sí, mi marcha fue precipitada innecesariamente», señala.

Después de prácticamente una década de aquellos años, Bassas vuelve al programa que le convirtió en comunicador de referencia en las memorias «Bon dia, són les vuit!», que el sábado recibió el 50 Premi Josep Pla. A través de aquella experiencia transformadora, Bassas hace un retrato paralelo de la Cataluña de aquellos años y convierte el libro en una especie de mapa para no perderse en la Cataluña actual. «La primera vez que pensé en escribir sobre el programa fue en 2014, cuando regresé de la corresponsalía en Washington. La gente seguía parándome por la calle y me recordaban episodios que habían vivido escuchando el programa. Así que empecé a poner mis recuerdos en orden y homenajear a todos los compañeros y colaboradores que me ayudaron a llevarlo hacia adelante», asegura Bassas.

Nos encontramos así con la Cataluña de 1995 a 2008, una década de grandes transformaciones y donde se empezó a dibujar la desafección de una parte de los catalanes con España. «La Cataluña de hoy hunde sus raíces en aquellos años. En el 2004 arranca el Estatut y en el 2007 Montilla ya anuncia la desafeción. En realidad podemos remontarnos al 2000, cuando el PP gana con mayoría absoluta. Ya en el 96 se oía aquello de “Pujol enano, habla en castellano”, pero con su pacto con Aznar la situación se recondujo, pero a partir de la mayoría absoluta ya empieza a verse una especie de desprecio a todo lo catalán en los medios generalistas españoles. Nuestro éxito, en parte, se debió a que nuestros oyentes encontraban en nuestro programa una especie de escapatoria donde liberarse de la presión política que encontraban en otras cadenas», dice Bassas.

La intensidad de aquellos años «desafectivos» se refleja hoy como en un espejo roto, con muchas más dificultades para poder informar sobre ello. «El periodismo ha cambiado. Hemos ganado en velocidad, pero eso también es sinónimo de superficialidad y espectacularidad. La radio es espectáculo por definición, pero no todo el rato, y menos si haces periodismo. La dispersión multimedia a los que nos vemos forzados redunda en la calidad. El cambio digital ha transformado en aire la información, como si todo estuviese al alcance. Pero eso no es así. Lo es para saber cuánto ha quedado el Bará, pero si quieres saber cómo y por qué ha ganado o perdido, lo mejor que puedes hacer es leer a Ramon Besa en “El país”», señala Bassas.

Ahí está una de las claves para que el periodismo no pierda vigencia y no quede sepultada por la avalancha de las nuevas tecnologías. «Antes nos enseñaban aquello de que los hechos son sagradas y las opiniones libres. Ahora parece que las opiniones son sagradas y los hechos libres. Estamos en una época en que se habla tanto de la importancia del relato, que parece más importante que los hechos. El futuro del periodismo está en conseguir mantener su legitimidad como intérprete de la realidad. La gente tiene que leer un tweet y decir, “está tan bien escrito que debe ser periodista”», comenta.

Bassas reconoce que cuando dejó el programa matinal sintió un vacío interior muy grande, preguntándose qué podría hacer a continuación. El tiempo, sin embargo, le han ayudado a verlo todo con más perspectiva. Ni siquiera ha sentido la necesidad de hacer ajustes de cuentas por su precipitada salida. «Fueron los años más intensos de mi vida, como si cada día vivieses dos a la vez. Miro atrás profundamente agradecido», rememora.

Lo que sí lamenta es que ahora incluso los periodistas trabajan con menos libertad que en aquellos años. «Siempre ha costado decir que no. A mí me dejaron ir cuando no sólo era líder de audiencia, sino que a nivel comercial era el programa que daba la mayor parte de la publicidad de la cadena. Ahora es incluso peor, todo el mundo es consciente de la importancia del relato y eso pone una presión extra en el periodista», concluye.