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James Rhodes: «La ira y la indignación son grandes motores creativos para cambiar las cosas»

«Los niños ahora pueden soñar con ser messi, yo soñaba con ser pianista»

James Rhodes: «La ira y la indignación son grandes motores creativos para cambiar las cosas» larazon

El pianista recibía el lunes el Premio fada a la Cultura que entrega la Fundación Vicki Bernadet. El galardón sirve para destacar obras daudiovisuales, teatrales, literarias o de periodismo que han ayudado a concienciar sobre la lacra de los abusos sexuales a menores.

El pianista James Rhodes recibía el lunes el Premio fada a la Cultura que entrega la Fundación Vicki Bernadet. El galardón sirve para destacar obras daudiovisuales, teatrales, literarias o de periodismo que han ayudado a concienciar sobre la lacra de los abusos sexuales a menores, algo que en el caso de Rhodes es más que evidente. En «Instrumental» (Blackie Books), autobiografía de Rhodes convertida en «best seller» y fenómeno internacional, el pianista hablaba sin tapujos de la violación que sufrió durante años por parte de un profesor de boxeo de su instituto y los efectos devastadores que causó en su vida. Su valentía se ha convertido en ejemplo de la importancia de hablar de estos casos. «No es fácil, todavía no lo es, pero es necesario», asegura.

– Usted siempre habla de que sufrió una violación, no abusos, ¿por qué?

– Las palabras importan y hay que escogerlas con cuidado para quesignifiquen realmente lo que pretenden. A mí me violaron, que es una palabra que refleja mucho mejor el incidente real que «abusaron de mí». Hay palabras débiles, que no significan nada, que no resuenan y eso no es honesto, no te confronta con lo que sucede realmente.

– ¿Sigue siendo difícil hablar de ello?

– Siempre es difícil, todavía lo es, y los efectos negativos duran siempre. A veces están mitigados, no son tu centro, pero siempre hay una película, una noticia, algo que vuelve a encender ese miedo y esa verguenza. Los abusos a menores siguen siendo un tema taboo y siempre hay motivos para no hablar, pero ninguno real para permanecer callado.

– Habla de la vergüenza de las víctimas, ¿a qué se refiere?

– Los violadores atacan a las personas más vulnerables, niños que no saben cómo defenderse y a los que aterrorizan con sus amenazas. Siempre existe esa culpa, esa sensación de no haber hecho nada, y cuanto más tiempo pasas en silencio, más cómplice te haces de sus abusos. Se crea un vínculo con el violador que te carcome por dentro y te sientes culpable, te responsabilizas del horror que has sufrido y eso es horrible.

– ¿Qué se puede hacer para detectar estos casos cuando los niños tienen demasiado miedo para hablar?

– Lo primero que habría que hacer es enseñar unos protocolos a los profesores para que identifiquen signos o síntomas en los más pequeños que puedan indicar algún maltrado o abuso. Un niño de siete años no sabe cómo verbalizar lo que le está pasando y hay que aprender a ayudarlos. Algunos pueden tardar 30 años en atreverse a hablar sobre ello.

–En España, los delitos por abusos prescriben, ¿no es una trágica injusticia?

– Lo primero que habría que hacer para ayudar a acabar con los abusos habría que cambiar la legislación. Un niño de doce años que necesita 20 años en confrontar con su pesadilla, ve a su asaltante libre de cualquier culpa por una cuestión de tiempo, cuando los efectos nocivos que han tenido estas acciones todavía duran en la víctima.

– La mayor crueldad, sin embargo, debe ser cuando los niños sí se atreven a denunciar y ni siquiera se les cree o escucha.

– Es imperativo escucharles, creerles e investigar siempre. Se necesita mucho coraje para que un niño se atreva a hablar de algo así y en este caso sí que hay que olvidar la presunción de inocencia si no hay evidencias inmediatas de lo contrario.

– ¿La rabia que siente por su propio caso y por el de otros también es un buen motor para sobrevivir?

– La ira y la indignación son grandes motores de cambio, de creatividad. Pueden sacar a Donald Trump de la Casa Blanca o mejorar la situación de los refugiados. Y lo mismo ocurre con el arte y la creatividad. A mí me ha servido a no quedarme callado.

– Su ex mujer incluso le puso una demanda para que no pudiera publicar su autobiografía.

– Lo que me enseñó hasta qué punto el taboo sobre los abusos todavía existe. Durante 18 meses no pude publicar la historia de mi propia vida, pero al menos el Supremo acabó dando la razón.

-¿La música fue su tabla de salvación?

– A los siete años escuché una cassette de Bach y mi vida cambió para siempre. Los niños de ahora pueden soñar con ser Messi, yo soñaba con ser pianista. La música salvó mi vida, pero en realidad salva todas nuestras vidas.

– ¿A veces las palabras no son suficientes?

– La música fue una vía de escape, de hablar de emociones de forma directa, por es cierto, a veces las palabras no son suficientes y el arte puede ser terapéutico.

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