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La tragedia griega se saca los corsés y viaja al futuro

El Teatro Stabile di Napoli llega al Lliure con su adaptación de la trilogía «Orestea» de Esquilo.

La visciralidad de la puesta en escena es visible desde el principio y deja a primera vista que estamos ante un montaje que quiere ir directo a la yugular. larazon

El Teatro Stabile di Napoli llega al Lliure con su adaptación de la trilogía «Orestea» de Esquilo.

La tragedia griega es uno de esos gritos eternos cuyo eco no deja de crecer y crecer y crecer. Ese primer grito de hace más de dos mil años pasa de ser un estertor a un clamor nervioso, se convierte con el tiempo en alarido escalofriante y, poco a poco, gana en claridad hasta convertirse, a oídos de hoy día, en un nítido discurso de lamentos y profecías. Si encima proyectamos la tragedia al futuro, la claridad del grito ya es cristalina y suena a verdad y a conmoción y a poesía. Al menos eso es lo que logra el Teatro Stabile di Napoli, que ahora llega al Teatre Lliure con su espectacular adaptación de la trilogía «Orestea», de Esquilo.

Del 7 al 9 de octubre, el teatro de Montjuïc acogerá este ciclo dirigido por Luca De Fusco que se presentará en dos sesiones, la primera acogiendo la primera parte, «Agamennone» y la siguiente que une la segunda y la tercera, «Coefore» y «Eumenidi». La obra, que respeta la estructura original, sí que cuenta con una puesta en escena y una adaptación que la acerca en el tiempo, incluso lo hace viajar al futuro con detalles que consiguen hacerla más moderna y cercana, acabando la pieza como si fuera el mismo infierno de un plató de televisión. «Nuestro montaje empieza en el pasado y acaba en el futuro», reconoce De Fusco.

La trilogía arranca con el regreso de Agamenón a su reino, donde se enfrentará con su mujer por haber sacrificado a su propia hija, Ifigenia, que acabará con su muerte. La venganza es el motor de toda la narración y en la segunda parte veremos como Electra y Orestes, hijos de Agamenón, se unirán para acabar con la asesina de su padre y su amante. La historia acabará con el juicio de Orestes por el asesinato de su madre, del que saldrá victorioso tras la intervención de Atenea. «Esta tercera parte suele ser la más aburrida, pero hemos conseguido que no lo sea dando importancia a la música y al personaje de Atenea», reconoce De Fusco.

De esta manera, la obra arranca como una obra clásica, con una puesta en escena con cierto aire medieval. Sigue en la segunda parte como si nos trasladásemos a los años 40 del siglo XX. Y acaba en ese futuro probable en el que el juicio se convierte en un plató de televisión donde la audiencia ha de votar la culpabilidad o inocencia de Orestes. En este último sello, la música gana en importancia, con una atmósfera árabe, que le da cierta actualidad. «Atenea se convierte aquí en la mediación, el perdón y la indulgencia, un personaje que viene del futuro, una diosa de nueva generación que interviene como mediadora para que no se perpetúe la cadena de venganzas y asesinatos sin fin», dijo De Fusco. Buena suerte.