Literatura

Santa Mónica

Las historias que cuentan Las Ramblas

El TNC acoge el estreno de «La rambla de les floristes», de Josep Maria de Sagarra,. un sainete de múltiples ecos con uno de esos personajes para el recuerdo, la Antònia

Un momento de la obra “La Rambla de les floristes”
Un momento de la obra “La Rambla de les floristes”larazon

El TNC acoge el estreno de «La rambla de les floristes», de Josep Maria de Sagarra,

un sainete de múltiples ecos con uno de esos personajes para el recuerdo, la Antònia

El 17 de agosto de 2017, el director Jordi Prat i Coll estaba tomando un café con el escritor Marc Artigau cerca de su casa, en el Raval. Nada que no hubiesen hecho mil veces antes. Sin embargo, a las cuatro de la tarde, algo comenzó a cambiar. Desde lejos, empezaron a oírse gritos y gente corriendo y luego silencio y luego más gritos y gente que parecía no saber donde dirigirse, aturdida y asustada, hasta que todo se transformó en un caos de eco trágico, sin que nadie entendiese qué había pasado y desde luego por qué. Acababa de ocurrir el atentado terrorista en Las Ramblas.

A la mañana siguiente, el director quiso volver a Las Ramblas y caminar desde Canaletas hasta donde acabó por detenerse la furgoneta que mató a 16 personas y más de 130 heridos. Todavía no había recordatorios, ni velas, ni flores, sólo una especie de peso, de gravedad ajada. Había hecho ese mismo camino millones de veces desde que de adolescente estudiara Comunicación en la Pompeu Fabra, cuando ésta estaba en cerca de Santa Mónica. Y ese día vio que cada uno tenía sus propias Ramblas dentro, y que todas hacían referencia a un pasado que volvía llena de color, y supo que tenía que recuperar esas Ramblas de uno mismo y de todos a un tiempo. «Si me dediqué al teatro fue gracias a una grabación en VHS de 1984 de “La rambla de les floristes” de Josep Maria Segarra, en una especie de “Estudio uno” de TV3 protagonizado por Rosa María Sardà. La veía una y otra vez y siempre me dije que algún día tenía que hacerla. Aquella mañana supe que era el momento. No me importaba cómo, pero tenía que hacerla», recuerda Prat i Coll

El Teatre Nacional de Catalunya (TNC) acoge ahora «La rambla de les floristes», clásico de Segarra sobre la calle más reconocible y vital de Barcelona. Prat i Coll dirige a un gran elenco con 14 actores con Rosa Boladeras en el papel de Antònia, esa alma libre de las Ramblas que desde su puesto de flores toma el pulso a una sociedad convulsa en losaños previos a la revolución de la Gloriosa de 1868, la que puso fin a las tres décadas del reinado de Isabel II. «Hay referencias a Prim, a la Reina, con personajes politicastros que les gusta hablar más que nada en el mundo y a pesar de que no es una obra que no habla de política, sí que es socialmente profunda hablando de hasta dónde llega la libertad del individuo», añade Prat i Coll.

El montaje nos presenta a unas Ramblas que viajan del costumbrismo inicial a la más pura abstracción simbólica, en una estructura en tres actos que empieza en primavera y acaba en invierno, con las Ramblas nevadas. La obra es en verso, lo que ha requerido un cuidado especial a los diálogos, pero también hay una atención especial al movimiento corporal, con coreografías integradas en la acción y música. «Hay un piano, que tocan los actores, y hay canciones, pero no es un musical, aunque la música sí que se repite de forma transversal durante la obra», confiesa el director.

Para Xavier Albertí, director del TNC, Segarra es todavía un autor muy mal leído y sus más de 40 textos dramáticos tienen ecos más profundos de los esperados que este montaje pretende corregir. Entre los autores a los que remite el texto está, por supuesto, «Doña Rosita la soltera», de Lorca, autor con el que el dramaturgo catalán tenía una estrecha relación. «Pero también hay algo de Chejov en estas vidas cruzadas y sobre todo una referencia clara a “Street scene”, de Elmer Rice, obra que ponía en escena la vida de una comunidad de vecinos y ponía en un espacio público sus conversaciones íntimas, lo que Las Ramblas sidnifican, vamos», comenta Prat i Coll.

Espacio de vida y de muerte

La intención del director en esta adaptación es mostrar a las Ramblas como «un espacio de vida, pero también un espacio de muerte». Sólo se han recortado 13 versos, lo demás sigue intacto, pero sí que se ha intentado remarcar el lado simbólico del texto con la inclusión de unas almas que unen el pasado, presente y futuro de la célebre avenida. «Somos una especie de Royal Segarra Company en la que en escena dejamos claro que somos conscientes de que el teatro es una convención y que nosotros somos los actores. Es como si fuera una gran ópera», concluye.