Igualdad de género
Las mujeres trabajan en casa el doble que los hombres
La implicación masculina en la crianza avanza despacio y convierte a las mujeres españolas en las más estresadas de Europa.
La implicación masculina en la crianza avanza despacio y convierte a las mujeres españolas en las más estresadas de Europa.
Cada vez es más frecuente ver a un hombre empujando un carrito, cambiando pañales a un bebé o haciendo cola para pagar un kilo de naranjas en el mercado. Los hombres que hoy se estrenan en la paternidad no quieren reproducir el rol de padre ausente y autoritario que representaban sus padres. Pero las estadísticas muestran que las mujeres siguen dedicando el doble de tiempo a criar a los niños y al trabajo doméstico que los hombres. Como consecuencia de este desequilibrio, las mujeres españolas, que se han incorporado al mercado laboral, son las más estresadas de Europa. Es más, muchas se ven empujadas a reducir la jornada laboral porque cuando una familia tiene que cuidar a un niño o un anciano y se sienta a hacer números, la brecha salarial entre hombres y mujeres –35% en España–, empuja a ellas a «sacrificar» su carrera.
La buena noticia, si se puede dar por buena, es que un estudio en el que han trabajado dos años dos equipos de investigación de la Universidad Rovira i Virgili y la Universidad Autónoma de Barcelona, bajo la batura de Dolors Comas d’Argemir y Diana Marre, «Hombres cuidadores: barreras de género y modelos emergentes», constata que la crisis, las nuevas modalidades familiares y un incipiente cambio de mentalidad están cambiando los hogares. «Las mujeres se han incorporado al trabajo producitivo y los hombres al reproductivo», cuenta Marre, «aunque la implicación de los hombres en términos de igualdad en la crianza y, sobre todo, en el cuidado de enfermos y mayores es un reto pendiente».
Los hombres siguen teniendo la percepción de «no saber hacer las cosas» como sus parejas quieren, reconocen que ellas son las expertas en temas de crianza, aunque tienen una percepción alta se su implicación en el cuidado de sus hijos. ¿Y qué dicen los niños? Pues los niños, que el día de mañana harán de padres, tienen un discurso políticamente correcto. Señalan que los hombres y las mujeres pueden hacer los mismos trabajos, pero cuando se les pregunta por su experiencia personal explican que prefieren estar con sus padres para jugar y con sus madres cuando están enfermos porque «saben mejor qué se ha de hacer». Marre cuenta que como el hombre tiene más dificultades para implicarse en ámbitos emocionales está más presente en ámbitos más lúdicos, mientras que la parte afectiva queda cubierta por la mujer. Lo más preocupante es que los adolescentes admiten que en función de su género todavía reciben expectativas e indicaciones diferentes por
parte de familiares y adultos.
También enfermos, ancianos y familiares de dependientes prefieren una mujeres cuidadora. Y aún se pregunta a los enfermeros «si eres un chico, ¿por qué no estudias medicina?» «Se sigue dando cierta superioridad intelectual a los hombres que se les supone que pueden cursar estudios superiores y dedicarse a otro trabajo que el de cuidara a personas», constata Comas d’Argemir. De hecho, un informe de 2013 señala que sólo un 12% de los trabajadores que se dedican al cuidado de personas son hombres.
«Es necesario un cambio de mentalidad, también en la mujer para la plena equiparación», insiste Marre. Pero también un reforma horaria. La directora general de Barcelona Activa, Sara Berbel, alertaba de que las mujeres españolas son las más estresadas de Europa. Además de ser las que duermen menos, son las que cogen más jornadas reducidas por culpa de una distribución horaria anormal y única en el mundo que lleva a los españoles a trabajar 300 horas más que los alemanes, pero a ser los menos productivos de Europa. «Hay una resistencia social y empresarial a cambiar», avisa, «el 77% de las empresas sigue teniendo largas jornadas laborales». El marco legal no ayuda a la igualdad.
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