Política

Corrupción en CDC

Los empresarios se quejan indignados a Mas: «Esto es una indecencia»

La Razón
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En los últimos días era el gran comentario en Barcelona: Oriol Pujol Ferrusola, el «delfín» de la saga, dejaba su puesto al frente de Convergencia Democrática de Cataluña por lo que podía venir. Había miedo y sospechas. Desde instancias judiciales y políticas se intuían sucias informaciones, corruptelas varias sobre la familia que ha gobernado en Cataluña durante más de treinta años. El comunicado emitido por su padre, el todopoderoso Jordi Pujol, es la confirmación de juegos turbulentos al socaire del poder. «Esto es indecente», le dijo un destacado empresario catalán al propio presidente de la Generalitat, Artur Mas, en la tarde de ayer. Son las mismas palabras de otros muchos que también levantaron sus teléfonos y llamaron a la Generalitat y a la sede de CDC tras conocer la sorpresiva nota de Pujol. Aquel famoso tres por ciento, que un día denunció Pascual Maragall en el Parlament, se queda corto ante el pillaje de una familia que utilizó el poder para llenar sus bolsillos. «Es la historia de una indecencia», repetían muchos dirigentes políticos ayer tarde en Cataluña. «Herencia, ¿qué herencia?, pura indecencia», decían varios empresarios catalanes, algunos de ellos históricamente bien relacionados con la cúpula convergente, largo tiempo callados y saturados.

En estos sectores se lamentaban, además, que mucha gente honrada, muchos militantes, comprueban ahora cómo se los ha engañado y cómo el llamado «pujolismo» ha sido un putrefacto engranaje de poder para enriquecer a unos cuantos. Decepción, estupefacción, aunque escasas sorpresas en el ámbito socioeconómico catalán, donde muchos conocían, e incluso han sufrido, los trapicheos de Pujol y su familia. «Toda una puñalada al soberanismo de Artur Mas», reconocen dirigentes de UDC, el socio coaligado de la federación, donde ahora ven muy clara la salida de Duran, al dejar la Secretaría General de CiU. «Se ha ido cuando debía», añaden estas fuentes, que no olvidan el contexto en que se produce la declaración de Pujol: a escasos días de la entrevista de Artur Mas –quien por cierto, situó en el ámbito «personal y familiar» el anuncio de Pujol– con Mariano Rajoy en La Moncloa. Menudo papelón para el presidente de la Generalitat, que, según fuentes solventes, siempre «estuvo al loro» de lo que hacían los Pujol.

Ante tal escándalo, lo menos que ahora puede hacer Mas es empecinarse en su proyecto soberanista y en la consulta del nueve de noviembre. «Ha lanzado un órdago al Estado y va a ser devorado», dice un veterano político catalán. La situación es grave, muy delicada y deja a Mas en una pésima posición ante Rajoy. En todo caso, en círculos políticos y empresariales de Cataluña la conclusión es unánime: es el final de CiU y hay que apostar por otras cosas. Esas plataformas centralistas y sociales que demanda Duran y que ahora pueden abrirse paso. «Cataluña necesita aire fresco», opinan.

En todo caso, nadie niega que este paso adelante de Pujol persigue frenar informaciones muy comprometidas que saldrán a la luz y salpican a su familia.