Inmigración ilegal

Los niños rescatados por el Open Arms canalizan el estrés del viaje a través del juego

Cruz Roja estudia caso a caso el futuro de los 60 náufragos, unos siguen su ruta migratoria y otros deciden qué hacer

La psicóloga del equipo de la Cruz Roja recibe a Khingsley, uno de los cinco menores que rescató el Open Arms, una de las vías de canalizar el estrés que tienen los niños es jugando. Foto: Olmo Calvo/Ap
La psicóloga del equipo de la Cruz Roja recibe a Khingsley, uno de los cinco menores que rescató el Open Arms, una de las vías de canalizar el estrés que tienen los niños es jugando. Foto: Olmo Calvo/Aplarazon

Cruz Roja estudia caso a caso el futuro de los 60 náufragos, unos siguen su ruta migratoria y otros deciden qué hacer.

Helena, una se las psicólogas del equipo de la Cruz Roja que atendió a los 60 náufragos rescatados por el Open Arms, ayer aún estaba baldada de jugar con Khingsley. El niño de 9 años de República Centroafricana que viajaba con su familia fue el primer inmigrante en bajar del barco y pisar Barcelona. Aunque llegaba cansado y desorientado, como el resto, la manera de canalizar el estrés vivido desde que dejó su casa, a más de 4.500 kilómetros, fue jugando intensamente con la psicóloga que le atendió en el muelle. Khingsley no dejaba la mano de Helena, que explica que el juego es una de las vías que tienen los niños de gestionar el estrés acumulado en este proceso.

República Centroafricana vive en guerra desde 2012. Los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y el grupo armado Seleka afectan a una cuarta de la población del país. Los menores como Khingsley «escapan de ser reclutados como niños soldados, cocineros, mensajeros o esclavos sexuales», denuncia ACNUR.

Khingsley está ahora en un centro de acogida de Manresa, donde la Cruz Roja acompaña a su familia en el proceso de solicitud de asilo o de protección internacional. Òscar Velasco, portavoz de la Cruz Roja explicó que ayer empezaron con las entrevistas individuales para poder estudiar caso a caso cuáles son las necesidades de los 60 rescatados.

Todos tienen un permiso de 30 días para solicitar el asilo u otra opción legal. Tanto si quieren quedarse en España como seguir con su viaje, el reglamento de Dublín, el sistema de asilo europeo sobre el que Amnistía Internacional reclama una reforma, dice que los refugiados deben solicitar sus papeles en el primer país europeo que pisan. Los que continúen su trayecto se arriesgan a ser devueltos a España.

Los inmigrantes están tranquilos y decidiendo su futuro, explica Cruz Roja. Hussein, por ejemplo, que emocionó a la tripulación del Open Arms cuando llamó a su hija para decirle que estaba vivo seguirá su viaje hasta Alemania. Allí le esperan sus dos hijos, a quienes no ve desde hace más de diez años, cuando dejaron Siria. Los equipos que atienden a los 49 hombres alojados en la residencia Blume cuentan que «están tranquilos, comen muchísimo y siguen con entusiasmo el Mundial». Estos primeros días deben adaptarse a la rutina, que hace tiempo que no tienen. Los musulmanes agradecen recuperar hábitos de higiene personal, para quienes culturalmente es importante. Igual de importante es la atención psicosocial para evitar que ninguno desarrolle el síndrome del emigrante o de Ulises, tras la carrera de obstáculos que han vivido, que puede manifestarse en forma de depresión o estrés crónico.