Libros
¡Los robots turistas llegan a Barcelona!
Pablo Tusset presenta en su nueva novela una Ciudad Condal convertida en hilarante parque temático
Pablo Tusset presenta en su nueva novela una Ciudad Condal convertida en hilarante parque temático.
Las apariencias engañan. A veces no sólo engañan, sino que dan capones a los niños y escupen a ancianos cerca de la Sagrada Familia. Incluso pueden llegar a congelar las barbas de los hipsters y matarlos porque, ya ves, que es un hipster sino su barba. Las apariencias son así de terribles, al menos en la nueva e hilarante novela de Pablo Tusset. El autor que nos dio «Lo mejor quenos puede dar un cruasán», ahora regresa con nuevo libro, una maravillosa locura con un frenético ritmo de dos chistes por frase y que es una crítica feroz contra la invasión turística que asola Barcelona.
La novela es «Sakamura y los turistas sin karma» (Destino) y en ella nos lleva a Barna City, nueva denominación de la Ciudad Condal, que se ha convertido en algo así como un parque temático en que los barrios se han rebautizado como estrellas del rock o artistas de cine. Allí dos robots de inteligencia artificial, con apariencia de turistas japoneses, empezarán a crear el caos en la ciudad, lo que llevará a los barceloneses a sentir todavía más la turistofobia y odiar tanto a los japoneses que éstos se verán obligados a refugiarse en sus hoteles. «La Barcelona de Vázquez Montalbán a desaparecido. La que vino después, la post olímpica y moderna también ha pasado a la historia. Lo que nos queda sólo es Gaudí y los turistas. La novela puede que sea una Barcelona paralela, pero se parece muchísimo a la que vivimos hoy día», comenta Tusset.
El caos que crearán estos robots,c on asesinato incluído, hará que el exinspector y maestro zen Takeshi Sakamura vuelva de su retiro para investigar la verdad de lo que está sucediendo. El personaje ya apareció hace más de diez años en «Sakamura, Corrales y los muertos rientes» y ahora regresa tan torpe y divertido como antes, pero con una ayudante, Lilith, trasunto de la hacker que protagonizaba las novelas de Stieg Larsson. «Sólo leí el primer libro de la serie y ella me pareció un personaje interesante, pero la novela a veces sólo parecía un listado de muebles de Ikea y no me interesó. Supongo que sí hay similitudes entre Lilith y Lisbeth Salander», asegura Tusset.
Toda la sociedad contemporánea está aquí vuelta del revés, en una ácida crítica de esta era hipertecnificada, dominada por las redes sociales, los gadgets digitales y la promesa de una virtualidad que hará que nada tenga valor porque nada será real. «A mí me encantan los robots, me gustaría mucho tener uno en casa que me saludara al llegar a casa y me pusiera la lavadora y planchase. Eso sí, si tuviese aspecto demasiado humano quizá sí que me daría un poco de grima, no lo sé», confiesa Tusset.
Los robots son parte de una empresa japonesa que los prueba en Barcelona para ver si son aptos para comercializarlos en Japón. Por eso les dan aspecto de turistas. El problema es que fallarán nada más empezar y ni siquiera las leyes de la robótica de Isamov servirán de mucho. «Está claro que si existe la inteligencia artificial, tiene que existir la estupidez artificial. los robots estarán hechos a imagen y semejanza nuestro, así que no sería extraño que pronto se conviertan en seres despreciables. Aunque yo nunca estaré de acuerdo con la xenofobia contra las máquinas. Prefiero un robot amable que una persona taruga», dice Tusset, que afirma que el fenómeno de su primera novela le pilló desprevenido, pero que ahora ya está listo para lo que sea.
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