El desafío independentista
Mas descarta ahora una declaración unilateral para ganarse a los moderados
Inicia en el Baix Llobregat una gira para sumar una «mayoría sólida» por la independencia
«Entonces, el referéndum es un derecho que tenemos y se ha de hacer para conseguir la independencia». Con cara de acabar de descubrir la palabra referéndum, un niño resumía así a su tía la charla con la que Artur Mas estrenó ayer, en Pallejà (Baix Llobregat), el periplo informativo de CDC para persuadir a los catalanes.
«Entonces, el referéndum es un derecho que tenemos y se ha de hacer para conseguir la independencia». Con cara de acabar de descubrir la palabra referéndum, un niño resumía así a su tía la charla con la que Artur Mas estrenó ayer, en Pallejà (Baix Llobregat), el periplo informativo de CDC para persuadir a los catalanes que tienen dudas de que la independencia es la única solución para solventar los problemas de Cataluña. Fuera del recinto, donde arrancaba la campaña «Derecho a decidir y Estado propio. Garantía de un estado propio», otra treintena de niños esperaban a que Mas acabara de arengar a sus tropas, para recriminarle los recortes en educación.
Pero el president de la Generalitat nunca llegó a ver las pancartas que los chavales habían diseñado para la ocasión, con lemas como «la educación no se recorta», porque salió por la puerta trasera del pabellón. Evitó los abucheos de los escolares y de un hombre en bicicleta que llevaba la bandera española a modo de capa y gritaba proclamas contra la independencia, pero perdió la oportunidad de comprobar si su discurso convence a quienes dudan de su giro soberanista.
No sin una mayoría sólida
En el interior del recinto, más que persuadir, dio cuatro claves para que las hordas soberanistas convenzan a los indecisos de que el estado propio es la «solución» para revertir la «situación de emergencia» de Cataluña. Mas incidió en que la independencia sólo es posible si hay «una mayoría sólida» que «no le tiemble las piernas» ante el primer ataque contra el derecho a decidir. Advirtió de que «no se trata de ganar la consulta soberanista con el 51 por ciento de los votos, porque con un país dividido en dos bloques es imposible avanzar». Para Mas, la clave del éxito está en seducir al Baix Llobregat, último bastión socialista. Aunque en este municipio gobierna CiU, no fue casual que la campaña arrancara en Pallejà. «Si el Baix Llobregat apoya el proceso, el resto vendrá dado», aseguró.
Para convencer a los más escépticos, rebajó el tono de su discurso. Además de una mayoría sólida, subrayó que el proceso debe ser «estríctamente» democrático y descartó una declaración unilateral de independencia en el Parlament, lo que provocó un rifirrafe con ERC. Oriol Junqueras no tardó en replicar que «no renunciará ni cerrará la puerta a ninguna vía democrática para conseguir llevar a Cataluña a la «libertad».
Mas sabía que su renuncia le podía acarrear otro desencuentro con ERC, pero se la jugó para sumar adeptos a su causa.
El president armó a las tropas soberanistas de argumentos a favor de la independencia. Explicó que Cataluña tiene tres alternativas. La primera, mantener el estatus político actual, «aunque ello implique tener que bajar la cabeza para recibir coscorrones y así para la Prensa de Madrid, en vez de ser demonios, seremos angelitos», ironizó. La segunda, reformar la Constitución y dotar a Cataluña del marco fiscal que merece, «pero esto implica que PSOE y PP concluyan que hace 30 años se equivocaron con el diseño del Estado de las Autonomías» , una quimera, según Mas. Como prueba expuso que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, en una reunión reciente le admitió que no permitirá que Cataluña tenga una financiación diferente. Y la tercera, el derecho a decidir y la independencia, que a pesar de que es «complicada», es «la alternativa a un laberinto del que nunca saldremos». Mientras no llega la independencia Mas se mostró como un mártir que no tiene otra que recortar, pese al coste político que conlleva, para evitar que Cataluña corre destruya su estado de bienestar en dos años. Una vez más, insistió que con un tercio menos de déficit fiscal, «no haríamos ni un sólo recorte».
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