Barcelona
Modernismo artesano
La tienda-restaurante Mar de Cava une en un único espacio arte y diseño con gastronomía, en un ambiente cálido y dinámico
La tienda-restaurante Mar de Cava une en un único espacio arte y diseño con gastronomía, en un ambiente cálido y dinámico
Dentro de la Barcelona modernista existen lugares que no se conforman con ensalzar las glorias pasadas, sino que buscan proyectar el arte, el diseño y la cultura del futuro desde todas sus perspectivas. Este es el caso de Mar de Cava, un lugar difícil de definir porque es al mismo tiempo tienda de muebles, centro de exposiciones, estudio de diseño, restaurante, cafetería y paramos aquí porque es un espacio joven, lleno de energía y aún puede reinventarse unas cuantas veces más.
Situado en un antigua finca modernista, sus 600 metros cuadrados, divididos en dos pisos, son un auténtico lujo para los amantes del producto exclusivo, de línea cuidada, llena de matices. Empezaron con muebles y poco a poco han dejado lugar a otros objetos decorativos, hasta conformar un espacio que rezuma cultura por todos los poros. Y junto la zona expositiva, el visitante puede descansar en el restaurante, cuya carta también cuida hasta el más mínimo detalle, con productos de primera calidad, basados en el comercio local y pastelería artesanal.
Su responsable es Mar Gómez, joven arquitecta que en tiempos de crisis decidió contradecir a todo el mundo, incluso al sentido común, y abrió un espacio prácticamente inédito en Barcelona. En realidad, empezó como estudio donde poder realizar sus proyectos. A esto le añadió la tienda, para vender sus propios productos, a los que añadió los muebles y objetos de diseño, hasta que en la tienda entraba tanta gente que le era imposible realizar sus trabajos de estudio. Hace seis meses, para redondear la cuadratura del círculo, añadió el restaurante y el resto es historia. «Me gusta pensar que estamos en un espacio donde todo es cultura, desde el mismo edificio hasta lo que contiene. Pero no nos queríamos quedar con exponer, también queríamos que pasaran cosas dentro y empezamos a realizar exposiciones, eventos, talleres y lo que haga falta», asegura Gómez.
Joyas, moda, ilustración, arte urbano, todo tiene cabida en la tienda si cumple dos requisitos, que tenga un toque artesanal y que ofrezca algo nuevo e innovador. «Hemos tenido que trabajar muchísimo, incluso hemos estado a punto de cerrar por culpa de la crisis, pero ahora las cosas van un poco mejor. El restaurante atrae a mucha gente. El problema es que a veces hace de tapón de la tienda», explica Gómez.
El piso de abajo está reservado a las exposiciones y actividades y la intención es explotarlo cada vez más. Para esta temporada está programada, por ejemplo, una cata de turrones y chocolates. El público tipo de la tienda es gente creativa, sensible a las nuevas tendencias culturales, pero su carácter cálido hace que invite a entrar a cualquiera que quiera ver una tienda de forma diferente.
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